miércoles, 20 de julio de 2022

EL PARAÍSO AMERICANO


  [Kurt Vonnegut, Desayuno de campeonesBlackie Books, trad.: Miguel Temprano García, 2022, págs. 293] 

       Como se anuncia desde el principio, con una prolepsis narrativa que se enreda en múltiples digresiones, la ficción de esta novela carnavalesca de Kurt Vonnegut (1922-2007) cuenta el encuentro de dos curiosos personajes, el magnate de medio pelo (Dwayne Hoover) y el escritor de ciencia ficción más desconocido del planeta (Kilgore Trout) en una pequeña ciudad de Ohio (Midland City). Hasta llegar a esta cita trascendental para ambos, Vonnegut se divertirá como loco trastornando las categorías tradicionales de la narración, haciendo un uso libérrimo de los signos en la página, incluidos dibujos y grafitis pueriles o glosas peregrinas sobre lo divino y lo humano.

           “Desayuno de campeones” (1973) es una novela total que, a su vez, realiza una sátira del sueño americano con ambición crítica y corrosivo sentido del humor. Cuanto más serio se quiere poner Vonnegut denunciando los males de la nación americana, ya sea la esclavitud, el racismo, los desmanes del poder y el dinero, la iniquidad capitalista, la robotización de los ciudadanos y la explotación de los recursos naturales, más le aflora el estilo grotesco e hilarante, más sus azotes y golpes a las falacias de la mitología yanqui parecen homilías irónicas de un payaso posmoderno.

No es caprichoso que, para realizar su cómico proyecto de enmienda a la totalidad de la ideología americana, Vonnegut no se conforme con los vistosos protocolos de la ficción y recurra a los trucos y maquinaciones de la metaficción. Como autor demiurgo, Vonnegut se entromete en las texturas de su artefacto para manipular a los personajes, recordarles que es él quien les dio la vida de ficción en la que se debaten absurdamente y puede disponer de ella a placer. De hecho, el encuentro catastrófico entre Hoover y Trout es urdido por Vonnegut como confabulación contra la salud mental de uno y tentativa de regeneración moral del otro.

Que el signo del encuentro sea apocalíptico no deja de ser revelador del uso metafórico que Vonnegut, aquí y en otras novelas, confiere a los conceptos y tramas de la ciencia ficción de la mano del estrambótico personaje de Trout. Este ya era el instigador de la fantástica trama de la novela más famosa de Vonnegut (“Matadero cinco”; 1969) como escritor favorito del protagonista. En “Desayuno de campeones”, Trout se enfrenta a la insignificancia de su figura como fabulador que solo consigue publicar sus parábolas especulativas en revistas porno neoyorquinas, donde los excéntricos brotes de su imaginación son ilustrados por fotografías de pechos y sexos femeninos o actos orgiásticos. A Trout la explotación sexual del cuerpo de las mujeres le parece un signo de la bancarrota cultural de la especie humana, pero es al mismo tiempo el único medio de encontrar admiradores como el millonario Rosewater, otro personaje habitual del multiverso Vonnegut.

Hoover, en cambio, no es más que un hombre de negocios hecho a sí mismo, un vendedor de coches que vive al borde de un ataque de locura. Un paradigma del emprendedor americano, huérfano, mujeriego, viudo, autoritario y misógino, que engendra con su agresiva actitud ante la vida un hijo homosexual y músico (Bunny) y arrastra al suicidio a su esposa (Celia), quien se venga por un matrimonio asfixiante ingiriendo un líquido desatascador que la mata entre horribles padecimientos. Como se ve, los temas de Vonnegut son melodramáticos y dignos de una novela realista convencional y, sin embargo, su ingenio e inventiva acentúan el parentesco con humoristas literarios como Laurence Sterne y Mark Twain que representaron la vida en toda su comicidad y ridículo. Esta es, en suma, la singularidad de la marca Vonnegut.

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