miércoles, 20 de mayo de 2020

EL SÍNDROME CHINO


[Publicado ayer en medios de Vocento]

Esto es Zombilandia. La televisión lo anuncia a todas horas y no nos enteramos. Estamos todos muertos. Cambiamos de canal nerviosos cada vez que pretenden decirnos la verdad. Quién quiere vivir con la verdad a cuestas. La verdad solo encubre la ausencia de verdad, lo dicen la Biblia y Baudrillard. Así que nos consolamos con la verdad del otro. Esa verdad es siempre una mentira. Una ficción que se confunde con la realidad creando un mundo paralelo. Una dimensión alternativa. Somos rehenes de gobiernos incompetentes que solo han sabido protegernos encarcelándonos en casa. Y cuando toca la hora de salir un poco se nos imponen restricciones que quitan las ganas de hacerlo. Basta de prórrogas. Es la vida lo que está en juego. Economía o salud, decide tú.
Todos quieren salvar la cara. Quedar bien ante la clientela y dar la imagen, sobre todo, de que se hace lo que se puede hacer. Cuanto más mientes más convences. Lo único bueno de la situación es preguntarnos en serio cómo hemos llegado a esto. Un simple bicho no destruye tanto y con tanto ahínco ni en una película de terror barato. A ver si este monstruo microscópico ha sido engendrado para causar el máximo daño posible antes de que se descubra la cura milagrosa. A ver si es esto, al final, lo que intentan ocultarnos. Huele a podrido, sí. La conspiranoia ya no está de moda. No es necesaria. Hoy rige la transparencia, ejem. Los datos están a la vista si sabemos mirar. La corrección política impera en todas partes. Los periodistas se enfangan. La opinión discordante se fiscaliza con celo policial. Es kafkiano. Cualquier crítica se considera ofensiva y la duda insulta. Qué gran favor le hace la ultraderecha al poder. Así acalla bocas y tapa negligencias y errores.
Y me llama mi banco, qué sospechoso, para hacerme una encuesta y preguntarme si estoy contento con sus servicios, cuando las economías occidentales se tambalean al borde del agujero y la economía china despega como un cohete hacia el cielo confuciano. Qué casualidad que ocurran tantas casualidades, como diría Groucho Marx. El síndrome chino es eso también. Creer que cuando las economías del euro y del dólar caigan en vertical, se hundan en la tierra y atraviesen el núcleo, se encontrarán al otro lado, como si tal cosa, a la economía china esperándolas con los brazos abiertos. Bienvenidas al nuevo orden mundial, hermanas. Bienvenidas a la nueva normalidad global. Quién quiere consolarse con la verdad cuando puede vivir en un cuento chino.

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