[Ian
McEwan, La cucaracha, Anagrama, trad.:
Antonio-Prometeo Moya, 2020, págs. 127]
Hay un antes y un después del Brexit, en todo,
como lo hay con el mandato de Trump. Es un antes y un después que va
agigantándose con el tiempo y volviéndose una brecha insalvable con respecto a un
pasado que parece mejor sin serlo necesariamente. A todos los hombres (y a las
mujeres, añadiríamos) les tocan malos tiempos que vivir, decía Borges. Y los
malos tiempos son el alimento sublime de los dioses de la literatura. El néctar
delicioso de la ficción para los escritores más audaces o menos acomplejados.
Que se lo digan a Rushdie, que ha convertido la América de Trump en una máquina
de generación de novelas cada vez más deslumbrantes, como su novísima versión
del Quijote (recién publicada en
Seix-Barral). O a McEwan,
que en un solo año ha prodigado dos muestras distintas de su versátil talento narrativo
(Máquinas
como yo y este divertimento coyuntural). También Jonathan Coe encuentra motivos
de inspiración en la difícil situación inglesa para su última y voluminosa novela
(El corazón de Inglaterra; Anagrama,
2019). Aunque su estilo es más realista, más apegado a la crónica periodística
incluso, y el panorama social cartografiado mucho más vasto, el divorcio británico
expresado en el Brexit entre élites y pueblo da lugar en la novela de Coe a un siniestro
diagnóstico sobre el futuro.
Menos ambicioso, pero más inventivo, McEwan se
conforma con una alegoría inspirada por Kafka y Swift, dos maestros del humor y
la sátira que supieron recurrir a las metáforas animales cuando correspondía,
como Orwell en Rebelión en la granja,
para dar cuenta de las perversiones y estupidez de su tiempo. McEwan elabora
una sofisticada fábula digna de Esopo o de La Fontaine con las cucarachas como criaturas
emblemáticas de un programa devastador para devolver el mundo a la pobreza, la
suciedad y la miseria. Estructurada en cuatro partes, esta parábola política
desglosa con contundencia y convicción sus argumentos lógicos disfrazados de ficción
fantástica. Primero con la transformación cómica de una cucaracha del Palacio
de Westminster en el Primer Ministro británico Jim Sams y la posterior abducción
de los cuerpos de sus ministros por las mentes rastreras de estos insectos
voraces.
Y después viene la ingeniosa invención de un
arma neoliberal explosiva. La economía “reversionista”. Un modelo económico
delirante basado en la idea de que pagas por trabajar y te remuneran por
consumir. Abonas lo que corresponde a las horas de trabajo y el nivel de tu
puesto y, para variar, los comercios y supermercados están obligados a pagarte dinero
por las mercancías que compras. Como se deduce de todo esto, ninguna escuela de
negocios seria del mundo suscribiría la implantación de un sistema semejante y,
sin embargo, las cucarachas gubernamentales logran que los votantes apoyen en
masa sus oscuros planes de destrucción, así como la mayoría de los miembros del
Parlamento, en una jugada maquiavélica que la novela describe con sagacidad.
También Trump recibe su merecido encarnando a un
avatar del presidente estadounidense llamado Archie Tupper. Este caricaturesco personaje
se vuelve aliado transatlántico de la cucaracha británica gracias a su enorme destreza
en tuitear mensajes favorables a la causa y a la sospecha de que también él, en
una vida anterior inconfesable, poseía seis patas, un caparazón quitinoso,
élitros vibrantes y aversión a la glucosa. Si Kafka eligió un enigmático
escarabajo para su poderosa metáfora existencialista, McEwan, mucho más
panfletario y comprometido, ha enfocado su incisivo mensaje contra el Brexit
como ese momento histórico en que un puñado de gobernantes comenzó a pensar
como cucarachas. Tan directo y categórico como un puñetazo en la mandíbula de
Boris Johnson.
La labor de los medios de comunicación para lograr que se hable de unos temas mientras se silencian otros es escalofriante. Esta agenda se da por sentado en virtud de una supuesta relevancia de las noticias. Pretenden que lo que informan sirva al bien común, cuando en muchos casos no cumple ni con el criterio de la verosimilitud.
ResponderEliminarMe gustó mucho su libro de "Providence". Yo también disfruto con las obras de su ciudadano más inmortal.
Le felicito y le invito a mi humilde blog al que puede llegar a través de mi perfil (es Relatos y Más, es que aparecen dos).
Un cordial saludo.
Muchas gracias, Rocío, por tus palabras. Ya veo que eres autora de ciencia ficción, género por el que siento una creciente atracción. Creo que mi novela Revolución, ambientada en la España de 2037 quizá te interese. Buscaré cosas tuyas, además de echarle un vistazo a tu blog. Me alegra la complicidad providencial y lovecraftiana, ambiguo objeto de adoración para según qué lectores, no para ti, por lo que veo, gracias y un fuerte abrazo!...
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