[Publicado ayer en medios de Vocento]
Vaya por
Dios, por una vez que en España se habla de educación tiene que ser de manera antipática.
Nadie suele hablar de educación, ni siquiera en campaña electoral, porque el
tema desborda los límites de lo que se considera atractivo en los discursos que
ganan votos. Así que ver a Vox, un partido enemigo de la inteligencia, como
diría Unamuno, reclamar el control familiar sobre ciertos contenidos impartidos
en las escuelas parecería solo una ridícula antigualla si no fuera, a la vez,
una trampa retórica. Estos ultras de nueva factura funcionan como una maquinaria
infalible de producir ruido, una factoría publicitaria de agitación social de
temas tabú que, por su condición de tales, ya suenan provocativos e invitan a
la réplica y la polémica. Cosa que gusta también en el partido de los supuestos
amigos de la inteligencia. Mientras dure la guerra dialéctica entre derecha e
izquierda, nadie verá cómo ambas facciones manipulan el asunto del mal llamado
“pin parental” a fin de ocultar la cruda realidad, es decir, los graves déficits
de la educación española y la carencia absoluta de discusión seria en torno al modelo
formativo que garantice un futuro digno a las niñas y niños de este país. A
nadie interesa este debate político. Es más rentable enfrentarse por una
cuestión transversal.
La
defensa de la civilización cristiana occidental, concepto clave que Franco robó
a Unamuno para bautizar su sangrienta cruzada, como muestra la película de
Amenábar ninguneada en los Goya, Vox la afronta de ese modo grotesco que tantos
réditos le da en una sociedad gobernada por el sensacionalismo mediático, la
amnesia histórica y el ruido machacón. La respuesta de quienes no comparten esa
posición arcaica debería ser, en cambio, más sutil y corrosiva, recordando con
ironía a qué abusos privados puede conducir el “pin parental”. Y más en un país
donde los padres de familia y los eclesiásticos cometen crímenes sexuales
contra menores que suelen silenciarse o quedar impunes. Es natural que estos fundamentalistas
no quieran que en las aulas escolares se enseñe nada que pueda ofender a la perversa
visión del sexo que la Santa Madre Iglesia predica desde la remota antigüedad.
Este credo misógino, que fomenta la pederastia como vicio sacerdotal, no ha variado
nada en veinte siglos. Al contrario. Cualquiera que lleve a sus hijos a la
catequesis conoce las aberraciones ideológicas que allí se escuchan y que
terminan deformando la mente infantil. Es inaceptable, en una sociedad democrática,
que la escuela pública siga dando cobijo preferente a propagandistas católicos en
detrimento de enseñanzas menos dogmáticas. En realidad, el veto parental
exigido por Vox debería aplicarse sin paliativos a quienes difunden discursos sectarios
contra la tolerancia y la pluralidad sexual. De otro modo, le haríamos el juego
sucio al enemigo doméstico.
ResponderEliminarFundación Manantial es una entidad sin ánimo de lucro
formada en 1995 por asociaciones de familiares para mejorar la atención social y sanitaria de las personas con problemas de salud mental.
Nuestro trabajo está orientado a la recuperación de las personas y pretende cubrir sus necesidades de atención social, empleo, tutela y reinserción desde el ámbito penitenciario.
En la Fundación estamos interesados por su trabajo como escritor. Nos gustaría que nos concediera una breve entrevista por escrito con la intención de publicarla en nuestro blog.