martes, 4 de diciembre de 2018

PALIMPSESTO CERVANTINO



[Henry Fielding, Apología de la vida de la señora Shamela Andrews, UMA editorial, trad.: Rafael Martínez Moreno, 2018, págs. 125]
           
            Celebremos, para empezar, que por fin se haya traducido una obra como “Shamela” (1741), que los buenos lectores de novela inglesa llevábamos décadas esperando. Por algún prejuicio inexplicable las editoriales encargadas de publicar este tipo de literatura clásica y a un autor de la importancia y significación de Fielding se resistían a traducir un texto que suscitaba polémica e incomodidad. ¿Por qué? Por su escandalosa historia, su ironía malévola, su visión sarcástica de las relaciones sexuales y el matrimonio y, sobre todo, por su condición literaria de parodia licenciosa y feroz de una novela canónica como la “Pamela” de Samuel Richardson.
Era lógico que un autor de enorme talento e ideas genuinas, antes de crear su propia obra, se sintiera impulsado a rivalizar con obras importantes de su época, como “Pamela”, que representaban una ideología farisea y más aún si estas obras, como es el caso de “Pamela”, representaban una idea estrecha de la vida y las relaciones entre sexos. Fielding no sabía, cuando emprendió la parodia, quién era el autor de la novela original. Esa ignorancia vuelve aún más significativo su gesto. Ese gesto creativo por el que un autor incipiente, al enfrentarse a un texto anterior con el que mantiene una relación crítica, experimenta por primera vez la fuerza de su estilo e imaginación novelesca. [En el caso de Fielding esta pulsión de superación del modelo original es tan evidente que ya la había intentado con la épica en su primera tentativa “Tom Thumb”, una sátira cómica del género épico.]
Para Fielding el factor irritante de “Pamela” radicaba en la mojigata actitud con que la criada homónima seducía a su próspero amo, el señor B., desarrollando una estrategia de resistencia casta tan ridícula como inverosímil. La celestinesca combinación de virtud moralizante y pícaro virtuosismo celebrada en la novela epistolar de Richardson fue la clave del éxito popular en su tiempo y es el primer aspecto que Fielding se propuso desmitificar junto con la hipocresía social de las instituciones religiosas y políticas.


La “Shamela” de Fielding es una joven prostituta de segunda generación que se introduce como criada en los escabrosos dominios del señor Booby, un amo rico y fogoso, sin abandonar sus deslices lúbricos con el clérigo Williams, que es su amante preferido hasta después de casada. Emulando el formato epistolar de la edificante “Pamela” de Richardson, “Shamela” evidencia en su inteligente construcción narrativa la impronta cervantina que Fielding desarrollaría plenamente en sus dos novelas mayores: “Joseph Andrews”, otra parodia de “Pamela” escrita con la convicción estética que la escritura de “Shamela” le había otorgado, y “Tom Jones”, una de las grandes novelas de la historia.  
La obra se presenta en cuatro partes entrelazadas: la maliciosa dedicatoria a la señorita Fanny, un ajuste de cuentas repleto de insinuaciones sobre un famoso político homosexual detestado por Fielding; las dos cartas elogiosas al editor, fomentando un juego metaficcional que ya Cervantes consumó en “El Quijote” y que los novelistas cervantinos del siglo dieciocho se apropiarían sin complejos; el intercambio epistolar entre dos clérigos, el padre Tickletext y el padre Oliver, que explica la génesis documental de la historia y le confiere al conjunto un sesgo irreverente aún más corrosivo; y las instructivas cartas entre Shamela y su madre. En una carta el padre Tickeletext recomienda a su colega la lectura provechosa de la “Pamela” de Richardson y el otro le replica que conoce la verdadera historia de la tal Pamela y que esta no es tan virtuosa como parece sino una viciosa aprovechada. Para probar su difamación, el padre Oliver remite a su amigo un juego de cartas de la Pamela real (rebautizada con su nombre auténtico, Shamela) en las que la joven cuenta a su madre, con pelos y señales, los lances de seducción y los episodios equívocos vividos con el señor Booby hasta que se casa con él, dispone sin control de su fortuna y mantiene como amante al clérigo Williams.
El mecanismo novelesco es eficaz y demoledor. El éxito artístico de la impostura es tal que ya no es necesario para apreciarlo conocer la obra parodiada. Fielding logró transformar la pulsión de superación del modelo en acto creativo y “Shamela” usurpa así el lugar literario de “Pamela” con la misma insolencia y descaro con que la pícara heroína ocupa el lecho conyugal de su impetuoso marido.
Con razón el gran teórico Gérard Genette consideraba en su magnífico libro "Palimpsestes" a la libertina y descocada “Shamela” como un brillante ejemplo de esa literatura hipertextual que no duda en canibalizar textos modélicos y producir palimpsestos de incitante complejidad narrativa. Ahora bien, la gracia y malicia cómicas de Fielding trascienden todas las teorías y convierten su literatura en paradigma supremo, con Sterne, de la moderna novela carnavalesca.

NOTA BENE: Shamela es una palabra maleta que incorpora, entre otras combinaciones, “sham” (impostor) y “shame” (vergüenza), así como un anagrama final de “male” (hombre); lo que da una idea de los múltiples equívocos y perversa malicia de la parodia de Fielding…

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