viernes, 5 de abril de 2024

MAESTRO LEMAITRE

[Pierre Lemaitre, El silencio y la cólera, Salamandra, trad.: José Antonio Soriano Marco, 2024, págs. 576]

Me gusta que Lemaitre se considere un escritor popular y no un escritor de masas. Me gusta su humor y me gusta la socarronería de su estilo narrativo, un humor popular, un humor que parece provenir de Rabelais y Céline, Simenon y Queneau, y que es una visión cómica de la vida y la historia, a pesar de sus tragedias y melodramas. Me gusta la sutileza y la finura de su ironía. Me gusta que no haya nada de cursilería en su forma de escribir o de mirar el mundo. Me gusta su inventiva novelesca, su inmensa capacidad de crear personajes y situaciones. Me gusta que le gusten los escritores tocapelotas. Me gusta su Diccionario apasionado de la novela negra (2020), el mejor acceso a su pensamiento literario. Me gusta que su literatura no sea condescendiente ni demagógica y, al mismo tiempo, sea una literatura plenamente comprensiva de lo que significa ser humano, con sus grandezas y sus miserias, sus vicios y sus virtudes, como dice él mismo. Y me gusta mucho su rigor, que es, en definitiva, una forma de honestidad consigo mismo y con sus lectores.

Si Hitchcock encumbró en su cine la figura del falso culpable, como modelo humano del bien y la bondad, la literatura de Lemaitre y, muy en especial, la “saga de los Pelletier”, se consagra a celebrar la grandeza y la pequeñez de los falsos inocentes, los que padecen la historia y son a menudo sus cómplices…

Pierre Lemaitre transmite una honestidad personal e intelectual admirable. Es un escritor que empezó en el género de la novela criminal como forma de conocimiento de la realidad cotidiana, hecha de turbias pulsiones y pasiones inconfesables, y ha acabado escribiendo crónicas históricas sobre los orígenes del siglo XX como Nos vemos allá arriba (2013; premio Goncourt), tan estimulantes como una novela picaresca o de aventuras. Lemaitre se considera un escritor popular y no un escritor de masas, lo que daría a su posición literaria un sentido político especial. Quizá por ello el humor y la socarronería e ironía de su estilo narrativo. Una forma de escribir y de mirar el mundo abundante en ironías y carente por completo de cursilería o sentimentalismo. Pese al éxito de sus libros, su literatura no es condescendiente ni demagógica, sino plenamente comprensiva de lo que significa ser humano, con sus grandezas y sus miserias.

Esta última novela es la segunda del ciclo “Los treinta gloriosos”, cuatro novelas planeadas para narrar la historia que transcurre entre la segunda posguerra mundial y la crisis del petróleo de los años setenta (entre 1945 y 1975, para entendernos). En El silencio y la cólera recupera y renueva el realismo naturalista de Émile Zola y el folletín de intriga y misterio para crear una gran saga novelesca, al estilo de John Galsworthy (La saga de los Forsythe; 1906-1921 y 1922) o Mario Puzo (El padrino, 1969, con todas sus secuelas y precuelas y, además, sus adaptaciones cinematográficas por Coppola), en torno a la familia Pelletier, foco principal del primer volumen (El ancho mundo; 2022). Ya desde el título, donde la polaridad faulkneriana entre el silencio y la cólera establece una pauta narrativa, se señala hacia los secretos, los tabúes, lo callado y oculto, los vicios, las zonas oscuras de la experiencia humana como territorio narrativo a explorar, y se enuncia la indignación, la rabia, la furia, el malestar, la insurgencia, la frustración, o la rebeldía, como tono moral con que afrontar un mundo plagado de injusticias y desigualdades.

El ancho mundo describía el mundo colonial francés de finales de los años cuarenta en un Beirut donde la familia Pelletier, constituida por los padres, Louis y Angèle, y los cuatro hijos, Jean, François, Étienne y Hélène, gracias a una próspera fábrica de jabones, disfrutaba de una posición burguesa privilegiada y confortable. Y, sin embargo, la inquietud de los hijos y sus ambiciones particulares terminarían llevándolos a un destino distinto: Étienne orientado hacia Indochina en pos de su amor, el legionario belga Raymond, y encontrando la muerte allí; Jean, François y Hélène atraídos por París, buscando en la metrópoli francesa una profesión acorde con sus deseos e intereses, los negocios y el periodismo.

El silencio y la cólera se constituye como una grandiosa saga familiar y social que nos adentra, a través de los tres personajes principales y de la multitud de secundarios que los rodean, en los entresijos de la intrahistoria francesa de principios de los años cincuenta: un tiempo de profundos cambios, de avance tecnológico y modernización de las mentalidades y las costumbres de la sociedad de consumo. La novela ofrece así un panorama extraordinario de la sociología y la biopolítica de aquella época: higiene femenina, libertad sexual y prohibición persecutoria del aborto, crímenes patológicos cometidos contra las mujeres, melodramas familiares, maltrato infantil, etc. 

La literatura de Lemaitre demuestra una vez más su condición de ser, como quería Louis Aragon, una máquina de desencriptar la realidad.

Posdata: Como el ingeniero Destouches en la ficción, el novelista Lemaitre observa con morboso placer cómo las aguas de la historia anegan el proyecto de la sociedad burguesa del que la literatura y toda la cultura forman parte. Su mirada se sitúa así entre Céline y Camus, para entendernos... 

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