miércoles, 21 de diciembre de 2022

TRIÁNGULO DE TRISTEZA


  [Publicado en medios de Vocento el martes 13 de diciembre]

           A España, antes y después del Mundial, se le está poniendo una cara de tristeza que daría miedo si no fuera pasajera. Me lo dicen amigos extranjeros para consolarme. Lo tenéis todo para ser felices y os empeñáis en estropearlo. Y les replico que todos los países felices se parecen, como dice Tolstói, y solo los infelices son diferentes. Ahí está la desgracia española desde hace siglos. En la forma de parecer feliz sin serlo, confundiendo a las mentes cartesianas del continente.

          Los cronistas que contaron la verdad de lo sucedido en el partido Marruecos-España aún no dan crédito. La trascendencia histórica del evento era innegable. Los jugadores marroquíes lanzaban bromas a la cara de los jugadores españoles sobre el dudoso estatuto de Ceuta y Melilla cuando los tenían enfrente, negándose a disputar la posesión del balón. Los españoles, sin saber qué decir, miraban al césped cabizbajos, constatando el desgaste, o alzaban la mirada al cielo, implorando el amparo del ministro Marlaska o el socorro del helicóptero de la Guardia Civil. Los marroquíes celebraban cada ataque contra la portería española como otro asalto a la valla de Melilla.

Cuando llegó la tanda de penaltis, la situación se volvió crítica. Cuentan que Sarabia, al lanzar el primer penalti, pensaba en la incoherencia de derogar la sedición y estrelló el balón en el poste derecho. Soler, al tirar el segundo, cavilaba sobre el disparate de abaratar la malversación y le entregó la pelota prevaricando al portero marroquí. En el último tiro, Busquets se hizo eco del complot para controlar el Tribunal Constitucional. Sus ojos transmitían inquietud democrática y sus piernas temblaban como las de los magistrados. Golpeó la bola sin convicción, como si fuera la cabeza de los artífices de la Constitución, y consumó el desastre.

“El triángulo de la tristeza” es la película europea del año. El título se inspira en un concepto de cirugía plástica referido al ceño fruncido que expresa desazón. Está dirigida por un sueco irónico que mira el mundo con humor y crudeza. La película se burla de las cuestiones polémicas del presente y muestra que los discursos socialdemócratas y neoliberales de la Europa actual, conjugando demagogia solidaria y codicia capitalista, son una gran impostura ideológica que encubre una realidad social apenas sostenible. Europa ya la ha disfrutado. A España llega en febrero, con increíble retraso. Cuando se estrene, el malestar nacional no tendrá cirujano que lo remedie. 

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