sábado, 26 de mayo de 2018

ES FÚTBOL



[Simon Critchley, En qué pensamos cuando pensamos en fútbol, Sexto Piso, trad.: Milo J. Krmpotic, 2018, págs. 168]

Esta es una buena pregunta. Una pregunta filosófica. Una pregunta que se hace un filósofo, experto en cuestiones trascendentales, y que tiene su enjundia, aunque muchos lectores no lo crean. La mala reputación del fútbol se debe más, como Simon Critchley demuestra en este estupendo libro, escrito con el corazón y con la cabeza, como suele decirse, a los dirigentes de los equipos y los directivos de las federaciones internacionales y ligas nacionales que a los jugadores y a los seguidores. La alianza entre estos y aquellos constituye la dimensión utópica de este deporte, la que se renueva cada jornada, partido a partido, campeonato a campeonato, competición tras competición, mientras que su dimensión corrupta se ubica en otras instancias, ajenas a los lances del juego y la pasión de los hinchas, en despachos y comisiones, por intereses comerciales y financieros ligados al desarrollo del negocio capitalista y la ideología neoliberal del éxito a ultranza.
Es lógico que un filósofo prestigioso como Critchley, quien considera que la filosofía se origina en la decepción y el desengaño ante la realidad y no en el deslumbramiento y la fascinación del mundo, consagre un ensayo a resolver los entresijos de esa ambigua naturaleza del fútbol. El fútbol contiene todo lo que hay de mejor y de peor en la existencia humana. Y nos permite acceder, en palabras de Critchley, a un “conocimiento permanente sobre lo que significa ser humano en este mundo”. En el fondo, cuando hablamos de fútbol hablamos de mito y religión, creencia colectiva y fiesta comunitaria, experiencia asociativa y genio individual, violencia y fanatismo, esfuerzo físico y espectáculo popular, nacionalismo y atavismo, inmediatez y tradición, pensamiento y acción.
El filósofo Critchley aspira a saber en qué pensamos cuando pensamos en fútbol y, para averiguarlo, se atreve a preguntarle a Aristóteles y a Gadamer, a Sartre y a Heidegger, a Kant y a Hegel, nada menos, antes de formular su propia respuesta, la de un filósofo que es también un forofo futbolero, un pensador crítico que no se avergüenza de ser un seguidor fanatizado desde su más temprana edad. Critchley no es Heidegger, que admiraba al führer Beckenbauer y escondía un televisor en su despacho universitario para poder ver los partidos sin que nadie lo supiera, y no encubre su pasión por el fútbol y sus profundos conocimientos sobre cuestiones específicas sobre las que muchos ciudadanos, sean o no aficionados a este singular deporte, lo ignoran casi todo.
El fútbol es polifacético y está repleto de paradojas y Critchley las va analizando a medida que avanza el libro con regates y remates dignos de un jugador veterano. El fútbol es estupidez e inteligencia, frialdad estratégica y ardor mediático, contabilidad mercantil y pasión sectaria, mercadeo indecente de efectivos y heroísmo trágico, teatro dionisíaco y disciplina apolínea. Critchley habla de numerosos jugadores, estrellas del campo o simples cancheros, y entrenadores, triunfantes o fracasados, partidos memorables y ligas históricas, equipos nacionales en posición crítica y competiciones al límite, rutinas semanales y costumbres excéntricas, entrenamientos catastróficos y enfrentamientos míticos. Hay un par de capítulos, no obstante, donde Critchley se supera y es cuando analiza las figuras de dos entrenadores carismáticos: el estratega cerebral Zidane y el creyente y currante Klopp. Cuando escribió este ensayo, en 2017, Critchley no podía imaginar que esas maneras antagónicas de concebir el fútbol contemporáneo acabarían enfrentándose en un partido decisivo. Sin pretenderlo, la realidad más prosaica del gran trofeo en disputa ha venido a refrendar los  brillantes postulados de su discurso intelectual.
La final de la Champions entre el Real Madrid y el Liverpool tendrá esta noche en Critchley a un espectador de lujo. Critchley es un hincha del Liverpool, por tradición familiar y por destino personal, según confiesa. Esta noche irá a muerte con su equipo. Yo vibraré con el juego eléctrico de su contrincante. Pero gane quien gane, el fútbol saldrá siempre victorioso. Esa es su grandeza.

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