viernes, 26 de mayo de 2017

NUEVO HUMANISMO


[Santiago Alba Rico, Ser o no ser (cuerpo), Seix-Barral, págs. 383]

Vivimos tiempos difíciles. Tiempos en los que parece más fácil pensar que actuar, aceptar la realidad tal como se presenta que intentar cambiarla desde una posición crítica. Pensar nunca ha sido una tarea fácil pero la tradición de la izquierda que nace del pensamiento marxista hizo de la obligación de analizar la realidad un imperativo de transformación radical. Ninguno de los productos de esa transformación resultó convincente, sin embargo, siendo el fracaso estrepitoso de todas las revoluciones comunistas una excusa perfecta para la perpetuación de un sistema de gestión de la realidad tan eficaz como el capitalista.
Este ambicioso ensayo de Alba Rico parte del reconocimiento realista de todos los obstáculos que se interponen al pensamiento y a la acción en un tiempo dominado por el conformismo conservador en todos los ámbitos de la vida. Alba Rico aspira a transfigurar la intelección del mundo en una fiesta para los sentidos y la inteligencia donde no cabrían ni el pesimismo a ultranza ni el optimismo ingenuo. No es un pensamiento, por tanto, que se funde en candores sentimentales ni en los valores rancios de un humanismo trasnochado.
El discurso de Alba Rico pivota sobre tres convicciones: una, la izquierda debe abandonar la idea de revolución ya que el agente revolucionario de la historia es el capitalismo, que convierte la cultura, la tradición y la memoria de los hombres y las mujeres en una tabla rasa sobre la que cimentar su ideario puramente económico; dos, el cuerpo nos hace fieramente humanos y ese cuerpo se constituye del entrecruzamiento de la carne con el lenguaje, la historia y la tecnología, tres dudosos aliados que nos fortalecen y debilitan por igual y a los que hay que mantener vigilados; y tres: preservar el cuerpo mediante un combate encarnizado con todo aquello que pretende librarnos de él y de su relación múltiple con el mundo es el combate político fundamental al que se enfrenta hoy la especie humana.
Este nuevo humanismo radical de Alba Rico parte de algunas presuposiciones que pueden parecernos simples en un primer abordaje, pero a medida que avanza su desarrollo descubrimos no ya la solidez de sus argumentos sino la necesidad de movilizarlos para pensar con justeza este período crítico de la historia. Como en un cuento de hadas, a los que es tan aficionado el autor como expresión del acervo popular, el cuerpo debe defenderse de todas las asechanzas que proceden de una ideología ultraliberal y tecnócrata que desea, sobre todo, erradicarlo de la experiencia real y dejarlo atrás como un residuo malsano o un lastre inútil, una vez que el horizonte de la fuga tecnológica se ponga al alcance del cerebro de los humanos.
De todos modos, Alba Rico no puede evitar incurrir en mixtificaciones intelectuales, como su crítica algo precipitada al poshumanismo nietzscheano del filósofo Nick Land, mucho más incisivo y menos cómplice del capitalismo de lo que piensan algunos detractores, o su creencia visceral en que la familia nuclear, la maternidad compartida, la feminización universal o la lectura doméstica son poderosos instrumentos de resistencia a la fuerza devastadora del capitalismo y su mitología publicitaria.
El conservadurismo antropológico defendido a conciencia por Alba Rico, una idea tradicional de lo humano configurada a partir del cuerpo antiguo en que vivimos y somos, es menos congruente de lo que él sostiene con la revolución económica e institucional que también postula. Y esa es la más apasionante dificultad que nuestro tiempo opone al pensamiento si este no es capaz de dar el salto más allá de lo humano.

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