sábado, 18 de marzo de 2017

OBJETO HIPERSTICIOSO NO IDENTIFICADO


[Francisco Jota-Pérez, Homo Tenuis, GasMask Editores, 2016, págs. 143]

En cualquier fecha del año, y no solo en Navidad o Semana Santa, es pertinente interrogar el poder de la ficción sobre la realidad. Preguntarse por el modo en que la imaginación humana, desde que el sapiens se asentó, originando las culturas y las civilizaciones, los cultos, las supersticiones y las creencias, empleó los dos instrumentos clave para imponer su dominio sobre el orden del mundo: la técnica y la ficción. Preguntarse por la fuerza y la caducidad de los mitos que han vertebrado la historia humana no es, sin embargo, negar su importancia ni pretender imponer el modelo único de la racionalidad ilustrada.
Todo lo contrario. Si hay algo que podemos aprender de todo ello es a calibrar la influencia tremenda de las ficciones en las derivas de los humanos y, en relación con esto, a elaborar antídotos eficaces contra las peores secuelas o efectos nocivos de tales narrativas. Como dice Yuval Noah Harari en su nuevo libro: “Los humanos creen que son ellos quienes hacen la historia, pero en realidad la historia gira alrededor de esta red de relatos de ficción”.
Este estupendo libro de Francisco Jota-Pérez suscribe esta tesis esencial y la somete a prueba analizando una de las ficciones más escalofriantes de la era digital: el caso del Hombre Esbelto, una figura siniestra surgida de las tinieblas de internet, los foros escabrosos donde cazadores de notoriedad y creadores de infundios acechan a los incautos, para acabar trascendiendo a la realidad a través de crímenes reales.
Todo comienza en 2009 cuando un aburrido ciberadicto decide manipular unas fotos y hacerlas pasar, mediante unas escuetas apostillas narrativas, por apariciones reales de un misterioso hombre ubicuo que habita en los bosques y fascina a los niños ofreciéndoles vagas promesas a cambio de cumplir su aviesa voluntad.
Si el Hombre Esbelto no hubiera inducido mentalmente a unas niñas de Montana en 2014 a apuñalar salvajemente a una de sus amigas, o convencido a otra de atacar a su madre cuchillo en mano, no estaríamos hablando más que de una de tantas falsificaciones concebidas para disipar el tedio vital y generar incontables juegos y videojuegos, relatos literarios y narraciones mediáticas. Pero cuando la ficción se vuelve tan influyente que acaba reconfigurando la realidad conforme a sus dictados, urge diseccionar las causas eficientes y extrapolar las conclusiones con el fin de permitir un diagnóstico agudo sobre nuestra época. Entendiendo esta no solo como presente sino también como futuro, o como intersección de un pasado, un presente y un futuro cuyas manifestaciones simultáneas estarían en juego en cada acto realizado y en cada idea enunciada.
Jota-Pérez practica con brillantez un modelo de escritura especulativa (o teoría-ficción) que le sirve para considerar al Hombre Esbelto un caso de “objeto hipersticioso”, es decir, de ficción impuesta sobre el mundo utilizando la debilidad de la mente humana como instrumento de implantación efectiva. De este modo, el Hombre Esbelto pasaría a encarnar “la representación de nuestras deficiencias intelectuales”.
Basta con revisar la bibliografía anexa para comprobar cómo el autor maneja los referentes más intempestivos del pensamiento contemporáneo, como Nick Land, Reza Negarestani o Graham Harman, inteligencias indomables que se han consagrado al análisis intransigente del presente con un bagaje que incluye en el mismo paquete a escritores de terror como Lovecraft y Chambers y a filósofos como Nietzsche y Deleuze.
Esta fundamentación teórica es la que le permite, siguiendo los postulados cíborg de la gran Donna Haraway, corregir las etiquetas con que otros pensadores conservadores rubrican nuestro tiempo. De ese modo, ya no estaríamos viviendo en el “Antropoceno”, colmo del humanismo, sino en el “Capitaloceno” o el “Cthulhuceno”, era turbulenta caracterizada por una monstruosidad sin límites. 
En el siglo XXI, con o sin internet, concluye Harari, “crearemos más ficciones poderosas y más religiones totalitarias que en ninguna era anterior”. Conviene estar prevenidos.

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