domingo, 28 de febrero de 2010

PROVIDENCE FEEDBACK (13)



FERRÉ-PROVIDENCE-LOVECRAFT


ANTONIO GARRIDO MORAGA


DIARIO SUR



El campus de la universidad de Brown rinde culto al equilibrio de la razón con el templo clásico de la Manning Chapel y con el espíritu ilustrado y puritano con el que se fundó en el siglo XVIII. Adoro esta universidad en la que he pasado momentos inolvidables y recuerdo una vez en la que me alojaron en una casa también dieciochesca donde pasé una noche de lectura mientras caía la nieve y el reloj dejaba oír sus campanadas solemnes cada hora. Aquella lectura no podía ser de otro autor que de H. P. Lovecraft y siempre me ha gustado pensar que Providence era Arkham, aunque se suele identificar a la ciudad imaginaria con Salem, y que Brown es la Universidad de Miskatonic donde se custodia el libro maldito, el Necronomicon.


Todo ha saltado por los aires y los cascotes del orden se amontonan tomando formas extrañas, fantasmagóricas. Las columnas dóricas se han derrumbado y los fragmentos son testigos mudos de un sueño que nunca fue otra cosa que una inmensa mentira, que una simulación, que una máscara que ocultaba la realidad de las llagas y de los dolores, del pus y de la sangre, de la mecánica del sexo. Esta magnífica novela, y no suelo prodigar el adjetivo, enlaza con el ejercicio de desvelamiento implacable que fue 'La fiesta del asno'.


Postmoderno


Providence-Providencia, no es otra cosa que caos, el mismo que subyace a la estupidez dominante, a la vaciedad de un modelo que es sólo fachada, al canon superado por el fragmentarismo de la postmodernidad. Creo que Ferré es un escritor postmoderno de verdad; qué quiero decir; que como todo escritor verdadero se implica y se explica en páginas que no son metáfora de la realidad, que son cervantinas; es decir, lúcida narración plena de ironía, de humor, de claves, de guiños para desvelar, de nuevo la palabra, eso que llamamos realidad contemporánea por no tener mejores términos que emplear. Nada es inocente y menos en estas páginas laberínticas, siempre libres, que mantienen la estructura en equilibrio inestable porque la estabilidad no puede existir en el mundo de Internet, de las redes sociales, de las nuevas, terribles y magníficas maneras de relacionarse, de gozar, de amenazar, de desesperarse, hasta de informarse.


Nada es lo que parece y todo lo que parece es sin dudas. Álex Franco es el personaje perfecto para encarnar al héroe errático, al fracasado, al cineasta español que, después de participar en Cannes con su película 'La fiesta grande' con más pena que gloria, se encuentra con una mujer mayor, seductora, que le entrega un guión y un vídeo al tiempo que se despoja del vestido turquesa y de las braguitas a juego. Tiene un cuerpo agotado y unos pechos que desmienten su edad, contraste que ocupa toda la narración. Ni el vídeo ni el guión son tales; desde el principio el juego literario tan riguroso cuanto sarcástico; en el vídeo, casero, aparece una nómina de temas posibles: escenas porno, coches que se persiguen, una pelea, un asalto a mano armada, un tiroteo, una charla; situaciones de géneros fílmicos populares que se repiten en espiral, la figura geométrica que conviene a la novela. El manuscrito se titula 'Providence' y no tenía especificaciones técnicas y tampoco argumento o trama en el sentido tradicional del término.


Creo que en esta indefinición previa está la base de nuestra propia indefinición, de nuestra niebla, del difuminarse de los contornos, con lo que el foco narrativo puede captar la deformación del referente sin ser infiel al propio referente aunque lo parezca al lector no avisado. La deformación es la realidad. Delphine, que ese es el nombre de la dama, le plantea que haga una película basada en ese material, en la nada. ¡Sombra, cámara, acción!


El triángulo básico


El fragmentarismo es fundamental en la estructura, las piezas no tienen porqué encajar pero el juego oculta la mano férrea que controla la progresión rápida, frenética a veces, donde las múltiples historias y los múltiples personajes se cruzan, se esconden, vuelven, todo ello con el cine, el sexo y el campus como ángulos del triángulo básico, embrionario de la novela que tiene al misterio como hilo conductor; en suma, una gran parodia de la vida norteamericana, esperpéntica en tantos casos.


Las situaciones extremas también son claves en el texto. La historia de Álex, profesor visitante, sin éxito, en Providence, es el único eje alrededor del que gira la doble realidad, la de una sociedad histérica con todas las posibilidades tecnológicas a su alcance, con todo el sudor y todos los flujos de infinitos orgasmos, con mafias, poderes ocultos, conspiraciones y la de esa misma sociedad que pretende haberse quedado inmóvil en la perfección puritana, en la fachada noble y digna. Las narraciones de Lovecraft ya dinamitaron con su mitología de Cthulhu las bases de ese puritanismo del que el autor estaba preso; Ferré no necesita monstruos, descubre que todos somos monstruos, todos somos ángeles. La estructura es compleja pero necesitaría otro artículo.

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