The Kitab Alf Laylah Wah Laylah, or Book of the Thousand Nights and a
Night, would seem to be in this category as well, but in curious fact it refers
immediately neither to the book thus titled nor to the period of Scheherazade's
liaison with King Shahryar, but rather to a book described by the book thus
titled, itself entitled The Marvels and Wonders of the Thousand Nights and a
Night, which book in turn, the text itself explains, is a popular edition of
yet another book (in thirty volumes) called The Stories of the Thousand Nights
and a Night. That is the original book of the scribes' transcription of the
tales told by Scheherazade to the king, plus the tale of Scheherazade telling
those tales to the king. The book we hold in our hands is a book about a book
about that book; it might properly be entitled The Book of the Book of the Book
of the Thousand Nights and a Night.
Rather, it is a copy of
a translation of that book about that book about that book, just as that
innermost book is a written copy of Scheherazade's spoken tales, themselves
recited from her memory of the "thousand books of histories" in her
personal library and the "works of the poets," which she knew
"by heart"…
-John Barth, The Friday Book-
[Salvador Peña (traductor), Mil y una noches, Verbum, págs. 2108 (4
vols.)]
El mundo está hecho de historias. Historias que
son contadas una y otra vez y que crean como por ensalmo mágico de sus palabras
la misma sustancia del mundo. Ficción de ficciones, historias de historias,
ramificándose y proliferando al infinito, para construir la idea del mundo que
corresponde al cerebro humano. Ese es el sentido último de la arquitectura narrativa
del Libro de las “Mil y una noches”, magníficamente traducido por Salvador
Peña.
La génesis textual del libro lo convierte en un
verdadero palimpsesto: una obra elaborada durante siglos tanto por sus
creadores anónimos, escribas cultos que recopilaban historias populares, como
por sus múltiples lectores y traductores a lo largo de los siglos. Una suma
narrativa de esta envergadura exhibe todo el esplendor del acervo oriental: cuentos
hindúes, chinos, persas, árabes, judíos, egipcios, etc. Por otra parte, esta
cualidad permitiría entenderla como una obra abierta: una novela polifónica compuesta
como un centón de historias inmortales, como las llamaría Isak Dinesen, gran
admiradora de esta grandiosa colección de ficciones que celebran el poder
excepcional de la ficción sobre la realidad.
Todo el mundo conoce la historia de la narradora
Shahrazad, emblema de la figura universal del narrador. El rey Shahriar
desvirga a la narradora la primera noche y esta se abre como una caja de
historias a un tiempo divertidas y terribles, realistas y fantásticas, picarescas
e increíbles, escabrosas y delicadas, refinadas y groseras. Asistida por su
hermana pequeña Duniazad, que cada noche la insta a proseguir hasta la llegada
del amanecer con la historia interrumpida la noche anterior, Shahrazad juega
con las expectativas y posibilidades narrativas durante mil y una noches, contando
a su desflorador, tras copular con él, un total de 268 cuentos y dando a luz,
al mismo tiempo, a tres hijos. Y las historias y exhibiciones de erudición de
Shahrazad pueden entenderse muchas veces como ecos deformes de los episodios de
su convivencia conyugal con el rey Shahriar.
Por buenas que sean las historias que cuenta Shahrazad,
ninguna lo es más que su propia historia, la única que ella no cuenta,
precisamente. La de dos hermanos, el rey de la China y la India y el rey de Samarcanda,
que descubren la lascivia hiperbólica de las mujeres y deciden vengarse
casándose cada día con una virgen distinta, desflorándola durante la noche y decapitándola
cada amanecer antes de que el sacrificio de Shahrazad frene la carrera criminal
de Shahriar, dejando que la posea cada noche y salvando el cuello contándole
una historia que se posterga y mantiene la fascinación del rey hasta la noche
siguiente.
Las mil y una noches transcurridas en el libro están
al servicio de un mecanismo narrativo que imbrica sexo y literatura. El sexo no
es solo un aditamento precioso a la malicia de las historias o un afrodisíaco
para lectores adolescentes o seniles. El sexo es, sobre todo, un lubricante
necesario al dispositivo puesto en marcha para que funcione de principio a fin,
noche tras noche, con cálculos exactos, la ambigua estrategia de la narradora
para salvar la vida de miles de vírgenes y poder a su vez salvar la propia
vida, jugando con la lujuria masculina y los ritmos de la fertilidad femenina. Cabe
formular aquí una interrogación ideológica: ¿son, entonces, las “Mil y una
noches” una obra de feminismo subversivo, un puro ejercicio de misoginia, o una
alegoría consumada del heteropatriarcado?
Más allá de esta cuestión polémica, la clave
literaria de las “Mil y una noches” es la relación entre el escritor y el
lector. El poder de la “ciencia del cálamo”, como se la llama en el libro, y la
magia de la escritura para seducir la mente del receptor.
"Todo artista que se precie debe consentir que su vida se agote, persiguiendo la sublimación" (J. Bluff) (de la "Autobiografía de un parásito").
ResponderEliminarLas mil y una noches.....la obra postergada mil y una veces; pero la tentación sigue ahí, viva, punzante, aguardando. Las eternas dudas sobre "la mejor edición", los recuerdos de haber hojeado compendios de mala calidad....luego las ediciones carísimas y de lujo: la de Galaxia Gutenberg, la de Atalanta....ahora sale esta con ínfulas de novedad a la hora del abordaje de traducción....y uno sigue ahí, a punto de entrar pero no sabe a quién darle la mano, cuando quizás habría que hacerle caso al bueno de Barth, que tantos inmensos ratos me ha hecho pasar....
ResponderEliminarGracias por el recuerdo, por la punzada!