martes, 16 de junio de 2015

TABÚ


 [Alissa Nutting, Las lecciones peligrosas, Anagrama, trad.: Cecilia Ceriani, 2015, págs. 322]

En homenaje a Molly Bloom que, como sabe todo el que ha leído su famoso monólogo, deseaba hacerle algo parecido al ingenuo Stephen Dedalus. Y a Nora Barnacle, modelo de Molly, que descubrió a Joyce el goce de la feminidad…


            Todo el que ha trabajado alguna vez en un centro educativo conoce la energía sexual que anima con su ardor la vida diaria de los estudiantes y todos los esfuerzos requeridos para mantenerla dentro de los cauces así llamados normales. La vibración libidinal de los adolescentes es el tema tabú de esta novela deslumbrante y perturbadora. Una ficción de maneras tan transgresoras que, de haberla escrito un hombre en primera persona del singular y no una mujer, quizá no se hubiera podido publicar.
Y no aludo con ello, en absoluto, a su veracidad biográfica sino al hecho de que la dicción narrativa es tan desinhibida y seductora que no se toleraría, en esta época de represiones disfrazadas de falso respeto, la edición de una novela donde se cuenta con pelos y señales la obsesión erótica, con todas las consecuencias, de una peculiar profesora de instituto por un alumno de catorce años.
Vivimos en la era más promiscua de la historia moderna, un tiempo tumultuoso en que todo el mundo participa, como nunca antes, en un festín social de intercambio basado en la entrega desaforada del cuerpo, los más sofisticados placeres sensuales y la exhibición obscena de la carne, y padecemos, sin embargo, una cultura represiva, infantilizada, hipócrita, donde se pone mordaza a las representaciones mayoritarias, o se relega las obras provocativas al infierno de los submundos artísticos.
Esta es una historia perversa y desenfadada a la vez. Una historia indecente narrada sin tapujos por una lengua femenina, vibrante y libérrima, que hace cómplice de sus deseos y escenarios al lector desprejuiciado. Ante ficciones impuras como esta es necesario dejarse de rodeos morales y retratarse abiertamente. Las lecciones peligrosas me ha forzado, mientras la leía, a experimentar la narración desde un sugestivo doble punto de vista. Para una lectora la experiencia quizá pueda ser bastante más turbadora e inquietante, se identifique o no con la expresión desiderativa de la narradora.
En cambio, para el lector que entre en el juego estratégico diseñado por Nutting, con tanta inteligencia como picardía, el equívoco libertino radica en permitirle asistir a la representación desde la perspectiva manipuladora de Celeste Price, la profesora fatal, excitarse con su ardor amoroso, compartiendo placeres aunque no comparta su voluptuosa fascinación por el objeto dominante de su deseo, mientras se proyecta en el alumno Jack Patrick para vivir la fantasía masculina preferida cuando se tiene esa edad inexperta, antes de los quince, y todo el cuerpo empieza a revolucionarse y hablar a gritos a los sentidos y a los órganos más sensibles a las incitaciones exteriores.
Nutting ha escrito una novela jugosa donde se reconoce el adolescente que todo adulto preserva bien escondido en su interior. Como reconoce la voz narrativa: “¿No era eso exactamente lo que deseaba todo adolescente heterosexual?”. El fantaseo masturbatorio del inmaduro de que una mujer joven y deseable se abra camino desnuda hasta la atmosfera irrespirable de su dormitorio con la intención de enseñarle esas lecciones imprescindibles que harán de él en el futuro un sujeto activo de su deseo y no un pobre desgraciado.
¿Y el deseo de ella, cómo interpretarlo? El escenario es provocativo y polémico: atractiva profesora veinteañera, casada con un policía vulgar, seduce a un alumno tímido y soñador para realizar el designio de su vida, atrapar con el sexo la esencia indefinible de un adolescente antes de que la mutación somática en curso lo transforme en un adulto musculado y convencional.
En Lolita, la novela del entomólogo aficionado y cazador de mariposas raras Vladimir Nabokov, el espécimen del deseo prohibido merecía un nombre poético: nínfula. En la era del porno expandido, el tiempo de esta audaz novela de Nutting, sobra la poesía.

1 comentario:

  1. La he buscado en Google y...

    "La Nutting tiene pinta de comerse hasta la goma del calzoncillo". (Entercomillo aunque luego, si se arma, no vaya a servir de nada).

    ¿Lo ven? Esto, decir esto, es lo que en según que ambientes, que interlocutores/as, que objetivos -si, rotúndamente... también que objetivos- se consideraría un incuestionable tabú. Transgresión "dude" pura y dura. Machismo de la peor estofa. Cuando el ánimo del proclamador -que no decir ya de su proceder diario con las chicas en el que es una especie de Bernard-Henry Levy mezclado con Hugh Jackman- no está por la labor de causar ningún tipo de beligerancia contra el bello sexo; je, je.... Lo que sucede simplemente es que...

    "La Nutting tiene pinta de comerse hasta la goma del calzoncillo". ¿O no, amigo Ferré? ;-) Bluff, agent provacateour.

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