[Geoge Saunders, Pastoralia, Ediciones Alfabia, trad.: Ben Clark, 2014, págs. 244]
Empezaré por algunas interrogaciones con objeto
de poner al lector en antecedentes. ¿Puede la “realidad” del mundo haberse
transformado, para fomentar la explotación laboral, aumentar los beneficios y
mantener a la población distraída y controlada, en un conglomerado de parques
temáticos más o menos recreativos y un montón de entretenimientos tecnológicos?
¿Es América un parque temático capitalista cuya circunferencia se encuentra en
todas partes y su centro en ninguna? ¿Es la metáfora del parque temático la
forma lógica de representar el proceso de la globalización? ¿Puede un libro de
relatos abordar esta complicada cuestión y construirse a la vez como réplica de
un parque temático de baja tecnología?
Demasiadas preguntas, quizá, a las que este
libro magistral trata de responder demostrando que sus precursores (Kafka y
Borges) todavía no habían visto nada, o su cultura y conocimiento del mundo los
mantenían en un nivel de “ingenuidad” demasiado elevado para los patrones de
lucidez e ingenio que hoy se deberían exigir a cualquier escritor. Para Junot
Díaz la literatura de Saunders permite entrar en contacto directo con “los
absurdos y deshumanizados parámetros de nuestra cultura actual capitalista” y,
al mismo tiempo, con una mirada compasiva hacia las aberraciones morales o
mentales padecidas por los humanos en una América (presente o futura) dominada
por el cálculo, la simulación y la supervivencia.
El nuevo realismo narrativo de George Saunders, uno
de los pocos autores de relatos que aún merece la pena leer, pasa por el
reconocimiento del simulacro y la simulación como instancias determinantes
sobre lo que antes, por pereza mental, solíamos llamar “realidad”. Saunders es
un maestro de la narración gótica actualizada y la “realidad” que acierta a
describir, entre grotesca y fantasmal, está casi siempre mediatizada por una
voz narrativa subjetiva que obliga al lector a aceptar, no sin inmutarse, toda
clase de incongruencias y aberraciones.
Así lo demuestran las tres mejores piezas de
este volumen, no por casualidad las más extensas. En Pastoralia, la nouvelle que da título al conjunto, el lector
aprenderá a contemplar la historia humana, transformada en un parque temático
de atracciones estrafalarias, desde el punto de vista del narrador que representa
a un cavernícola para llegar a la conclusión de que, desde la era paleolítica
hasta los androides del neoliberalismo contemporáneo, hay un viaje mental
apenas significativo. Si quiere actualizar la información con una aguda mirada
al modelo de vida White trash (“basura
blanca”) que lea el hilarante y carnavalesco relato “Roblemar” sobre los
dilemas familiares y económicos de un estríper masculino y el cadáver en descomposición
de su tía resucitada. Y si quiere rematar la visita con una narración más
íntima y penetrante en torno a los deseos de normalidad social y los deseos libidinales
sin más, no puede perderse “La infelicidad del peluquero”.
Es una excelente idea, por tanto, reeditar esta espléndida
colección de ficciones en este momento, cuando ya todo el mundo, sin excepción,
conoce las delicias vitales y laborales del régimen neoliberal. Y es aún más acertado hacerlo ahora en una
nueva traducción de Ben Clark que refresque el texto, afine la dicción y la
acomode a las fórmulas lingüísticas del presente. Han cambiado tanto las cosas
y las expectativas del lector español en esta década y la literatura se ha
expandido tanto para procesar esos cambios con nuevos recursos y técnicas que, a
día de hoy, resulta imposible no considerar a Saunders como uno de nuestros
precursores más sobresalientes y creativos y a sus libros como un repertorio de
lecciones insuperables sobre el arte narrativo.
Buenísima crítica. Estoy deseando leer a Saunders.
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