martes, 26 de noviembre de 2013

MUERTE DE PERRO

Sí, una mala noticia. Ha muerto Brian. ¿Brian? Sí, Brian Griffin (sniff, sniff). Ha muerto el Diógenes canino del degradado hogar americano de este siglo, el filósofo doméstico de la estupenda teleserie Padre de familia. De pelaje tan blanco como la droga dura que lo concibió en un arrebato de ingenio, Brian era la mascota estupefaciente y culterana de una estrambótica familia de parias descerebrados de un arrabal de Rhode Island (los Griffin). El miembro menos cínico y agresivo de la “secta del perro”, como tildaban despectivamente los atildados atenienses de su siglo a los seguidores callejeros del provocador Diógenes. El ilustrado Brian no era un chucho con conciencia de especie inferior sino un humanista comprometido en conferir dignidad intelectual y elevación espiritual a las grotescas peripecias de sus amos suburbanos, con el retorcido y malicioso Stewie como antagonista infatigable. El pobre Brian no era, sin embargo, un autodidacta. Aprendió todo lo que sabía en las aulas de la vecina Universidad de Brown. No le sirvió de nada. Ha muerto como un perro, atropellado en la calle por un conductor frenético. Nada le enseñó a morir de otro modo menos perruno. Es una lección sarcástica. Una muerte más propia de Buñuel que del ideológico canal FOX. Además de matarlo sin compasión, el cachondo Seth MacFarlane (creador de otra criatura irresistible como Ted, un peluche cínico, procaz y deslenguado) le ha consagrado este obituario audiovisual, con los acordes del intermezzo de la Cavalleria Rusticana como fondo emotivo de los flash-backs de la vida de Brian en blanco y negro (doble guiño irónico a Toro salvaje). 


Alas, poor Brian! A fellow of infinite jest, of most excellent fancy...

1 comentario:

  1. Me sumo al duelo por Brian.
    Sin más, esperemos que como todo personaje de ficción que se respete, resucite al tercer día.

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