Es irónico que los mayas, incapaces de prever su
propia desaparición en la historia, gastaran a la humanidad una broma sobre el
final programado del planeta, un pronóstico destinado a otras civilizaciones futuras
donde no acertaron a descifrar el mensaje que les concernía directamente. Es
así que muchos desengañados del presente anhelaban el desastre, y esta actitud
resignada quizá exprese una esperanza perversa, una preferencia negativa por la
destrucción de lo existente antes que la afirmación de un deseo de cambio. Como
señala Slavoj Žižek, lo paradójico de nuestro mundo capitalista es que nos
cuesta menos fantasear con su terminación espectacular que imaginar una
alternativa a su cínico sistema de organización.
Es en el núcleo duro de esa paradoja actual donde
penetra este ambicioso tratado de Žižek (Viviendo en el final de los tiempos,
Akal, 2012), como una aguja en un tumor maligno, tomando muestras celulares para
establecer un diagnóstico riguroso y un remedio intelectual al malestar vigente
en un mundo cuyo final ocurrirá primero como farsa y luego ya, cuando sea irreparable,
como tragedia. Partiendo de la premisa de que el apocalipsis inminente no lo
ocasionará ninguna revolución política sino la catastrófica persistencia del sistema
capitalista global, abocado a consumirse como el imperio maya, Žižek estructura
el libro en cinco partes, como fases de un psicoanálisis de la creciente ofuscación
colectiva.
Para empezar la sesión, Žižek emprende un
estudio sarcástico de las fantasías cinematográficas y políticas que sostienen
la “denegación” dolorosa del mal. Al examinar después la “ira”, como respuesta social
indignada, detecta en ella el fenómeno de la regresión a los presupuestos del
fundamentalismo religioso como ideario sucedáneo de salvación. La “negociación”
posterior supone el momento en que las poblaciones terminan por asumir los
imperativos dictados por los poderes sobre la necesidad de sacrificar sus
expectativas y deseos en nombre de valores económicos ininteligibles. A esto
sigue la “depresión” causada por esa claudicación forzosa, con secuelas
patológicas que benefician al sistema y debilitan aún más a los ciudadanos. Finalmente,
la “aceptación” íntima del malestar puede a veces significar una cierta liberación
y la emergencia de formas de relación entre los excluidos del juego donde se
diseñe una tentativa de utopía.
Apelando a la disputada autoridad de Hegel,
Marx, Lenin o Mao, pero también de San Pablo, Žižek propone un programa que
pasa por la inteligencia dialéctica del mundo tanto como por renovar de raíz el
ideal diferido de la revolución: “Nuestra lucha no es contra la corrupción actual
de los individuos sino contra los que ostentan el poder en general, contra su
autoridad, contra el orden global y las mistificaciones ideológicas que lo
sostienen”. Y todo esto en un contexto político de opciones tan limitadas, como
describe Žižek, donde el poder democrático se disputa entre tecnócratas de
izquierda y de derecha, que solo pretenden una gestión neutra y eficaz del
espacio público, y líderes populistas reaccionarios, que aportan el suplemento
pasional que puede encandilar ocasionalmente a la masa descontenta.
En un mundo regido por los valores de la
ciencia, es de especial relevancia el papel insurgente que Žižek le atribuye aún
a la creación cultural. Si la ciencia supone por definición una deriva implacable
hacia el conocimiento y la cultura representa una voluntad inconsciente de
(auto)engaño, es tiempo de reclamar un intercambio de actitudes, de modo que el
arte se vuelva desafiante en este período crítico de la historia y se atreva a
mostrar ante los ojos del público la verdad intolerable de la situación y la
ciencia asimile de una vez su complicidad servil con las ficciones y sueños del
poder.
Interesante muy interesante el tema.Mira,la tierra tiene cuatro mil millones de años.Hubo vida en este perro mundo durante todo ese tiempo prácticamente.Las primeras bacterias.Y, más tarde,los primeros animales multiceculares;después,los primeros seres complejos,en el mar,sobre la tierra.Después,las grandes eras con predominio de animales:los anfibios,los dinosaurios,los mamíferos,cada una perdurando millones y millones de años.Grandes dinastías de seres que surgían,florecían y morían.Todo está ocurriendo con el telón de fondo de levantamientos continuos y violentos de la corteza terrestre,de cordilleras montañosas lanzadas hacia lo alto y gastadas por la erosión,impactos de cometas,erupciones volcánicas,océanos que ascendían y descendían,continentes enteros que se desplazaban...Incesantes cambios constantes e increíblemente violentos...Incluso hoy en día, el rasgo geográfico más grande que se observa en el planeta proviene de dos continentes que chocan,plegándose para formar la cadena montañosa del Himalaya,en el transcurso de millones de años.El planeta siempre sobrevive a todo.Periodos glaciares,etc.Y creo que nosotros no tenemos el suficiente poder para destruir el planeta,ni con todas las bombas juntas.Y por otro lado,siempre quedarán supervivientes.Lo que desaparece con cada minuto de nuestra vida es precisamente el mundo que conocimos.Antes un archivo de cartón,ahora un ordenador,mañana planicies áridas que se extenderán hacia distantes oteros negros.El viento de la tarde arrastrándo polvo y hierba sobre el hormigón resquebrajado.Una fogata y alguien contando historias.En el fondo no cambiamos tanto como parece.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,amigo Juan.