En esta época de paganismo sensorial y mediático, más propicia al desenfreno sensual y las pasiones carnales de toda especie que al flagelo de la abstinencia, el instinto de muerte, la pulsión tanática y la estética más siniestra, concebida por una cultura prisionera de una devaluación implacable de la vida, se apropian de las calles españolas con obscenidad, pisoteando los derechos y los deseos de todos los que no comparten su opresivo código de valores morales y estéticos. Las imágenes más divulgadas de la vida se reducen en este tiempo a fúnebres desfiles inquisitoriales donde matriarcas omnímodas exhiben, bajo la apariencia del dolor y el sufrimiento, la victoria sobre la carne y el placer que supone la traumática muerte del hijo. La aberrante representación tiene como destinatario privilegiado, para más inri, a una deidad patriarcal hace tiempo dada por muerta. El cuadro no puede ser más pintoresco siéndolo menos. La muerte celebrando el triunfo de la muerte hasta el fin de los tiempos. [Y no, no me vale para nada el cuento de que ya nadie cree en la representación, que todo se reduce a un puro espectáculo de masas con finalidad cultural y turística, sin trascendencia. Que nadie me venga con esas argucias de final de temporada, mediante las que se perpetúa lo mismo de siempre y sólo eso. No, no son aceptables en este caso ni el cinismo ni el desparpajo postmodernos. Las imágenes son lo que son y valen por lo que valen, combatirlas tiene sentido aún. Otros querríamos a lo mejor otras imágenes tomando las calles, esas mismas que los que las toman ahora para sus fines no estarían dispuestos a tolerar. No lo han hecho nunca.]
En estas luctuosas circunstancias, no conozco mejor antídoto contra este espectáculo deprimente y ofensivo que la inveterada lectura de Nietzsche y, por supuesto, la renovada de Michel Onfray. Ofrezco ahora tres aproximaciones a la obra de Onfray como alternativa liberadora y exuberante al delirio ideológico del vía crucis: Una mística de izquierdas, El saber no es triste y El placer de existir.
Juan Francisco: a veces francamente no doy abasto. Por lo que como en ese caso lo único que puedo y quiero comentar es: gracias.
ResponderEliminarGracias a ti.
ResponderEliminarJuan Francisco,
ResponderEliminarGracias por la exégesis del libro de Onfray que haces en la entrada anterior con ese tono apabullante que te caracteriza y que me divierte mucho. Ha sido para mí una lectura balsámica. Últimamente había leído dos o tres cosas no sobre Política del rebelde, sino sobre Teoría del cuerpo enamorado, que me dejaron frío (puro misreading).
Un saludo afectuoso
Juan Francisco, solo he leído su Tratado de Ateología de Onfray y me divertí muchísimo. Porque ponía negro sobre blanco y con una erudición inmensa lo que llevo pensando toda mi vida.
ResponderEliminarGracias. Seguiré su pista, la de Onfray, la suya la sigo desde hace tiempo, como un sabueso a partir de ahora.
Hermi
Tengo problemas de conexión, I´m not at home now, con lo que seré expeditivo y cariñoso: muchas gracias Hermi y Clément por vuestros estimulantes comentarios. Sin lectores como vosotros esto no valdría la pena, y a todos los demás también, no estamos solos...
ResponderEliminarAbrazos,
JF
Hay que ser mas respetuoso. No creo que la Semana Santa pisotee tus derechos en general, o de salir a la calle en particular.
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