Comprendí que cualquier palabra hubiera sencillamente desmerecido su nombre y por primera vez fui consciente de que lo importante es el nombre, que sólo el nombre queda, y que todo lo restante palidece a su lado.
JLB
Ha muerto José Luis Brea. La noticia me conmociona. Mis palabras brotan de la emoción, por eso serán torpes, imprecisas, ruidos groseros para acallar el silencio insoportable de una desaparición. Sabía que estaba enfermo, que sufría con la quimioterapia, que a pesar de todo su temperamento vital deleuziano encontraba en esas dolorosas sesiones no un recordatorio de la muerte sino un intensificador paradójico de la vida. Sabía que se había casado hace unos días con Maria Virginia, que a pesar de todo eran felices juntos. Saber que ha muerto disminuye mi simpatía hacia la vida. Lo siento. Saber que la vida ultraja así a hombres y a mujeres sólo confirma mi idea de que la vida es fascista. La muerte de mi padre hace una década me lo descubrió. La de Brea me lo confirma hoy. Sí, la vida es fascista porque tortura y mata con infinita crueldad, con salvaje ensañamiento, sin compasión ni arrepentimiento. La vida es fascista, sí, y no merece el culto ideológico que, como tontos, le consagramos. Nada iguala el frenesí de la vida en destruirnos. Nadie extermina más que la vida. Ningún genocida puede equipararse a ella en voluntad de exterminio. Confirmando su reflexión sobre los epitafios, su nombre, el de Brea, quedará. Todo lo que se le opuso palidecerá...
Conocía a este hombre de salonkiritk, y por las referencias en la obra de otros; de José Luis Molinuevo, por ejemplo. Tengo Las tres eras de la imagen en la estantería, sin leer...
ResponderEliminarSiento mucho su muerte.
Un abrazo.
Acabo de enterarme aquí.
ResponderEliminarHemos perdido a un pensador de los de verdad, y a un tipo estupendo. De los que nunca dejarán de merecer el homenaje de nuestra lectura.
Un abrazo,
Germán
Lo siento mucho, Juan Francisco.
ResponderEliminarLa muerte de mi hermano hace casi seis años disminuyó drásticamente mi simpatía hacia la vida. Mi hermano murió literalmente de la misma quimioterapia que días antes había hecho desaparecer su cáncer. Pero no fue su muerte por quimioterapia mal aplicada lo que desde entonces me convirtió en carne de psicoterapia, sino la pertinaz antipatía hacia la vida. Anhelé la soga y los cojones de DFW para zanjar de una vez por todas la desgraciada relación con esa fascista, la vida. Ahora creo que fue un error. Pero entiendo de qué hablas, desde dónde y por qué hablas.
Me he enrollado mucho para decir sólo eso, que lo comprendo. Sólo podemos pactar con el dolor o con la soga. Más que la vida en sí misma, lo fascista es la ausencia de alternativas, creo.
Un abrazo.
Pues, chico, sí, me acado de enterar. Gran pérdida (humana, intelectual, etc., etc.). Lo lamento de veras...
ResponderEliminarMi más sentido pésame a usted también Ferré. Brea fue grande, y la noticia una puta mierda.
ResponderEliminarPero todavía queda la posibilidad de perdurar en la obra.
Abrazos.
Gracias a todos por vuestra amistad y complicidad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
JF