[Comienza Google Revolution. Y debemos, a pesar de todas las dificultades reales y necedades ideológicas que rodean a la literatura en una situación problemática como la presente, evitar caer en el pesimismo o la desesperación. Con ello sólo alimentamos al enemigo. La literatura tiene aún mucho que hacer y decir en el mundo, a pesar de los imbéciles, que, como decía Deleuze, también forman parte del paisaje de este mundo. El problema es cómo hacerlo, una vez más. Encontrar el quid de ese cómo es una aventura intelectual y estética mucho más excitante, no me cabe duda, que cualquiera de los logros que se consigan al final. Como paradigma de cualquier búsqueda en este sentido, propongo una novela, cómo no, género mutante por excelencia, capaz de absorber todos los lenguajes en su discurso, incluidos los del cine y la ciencia. Una novela única. Una ficción suprema. Me refiero a House of Leaves de Mark Z. Danielewski. La novela que clausuró el siglo XX (grandísimo siglo para la novela, por cierto, su cima quizá) e inauguró el XXI.]
“Lo real no es imposible, sino cada vez más artificial”.
-Gilles Deleuze y Félix Guattari-
Un ejemplo reciente y portentoso de cruce entre metaliteratura y “narrativa de la imagen” (D. F. Wallace), de inmersión en el mundo de la imagen y de generación de un simulacro literario y audiovisual absoluto, es la novela House of Leaves (2000, Pantheon Books, New York; Casa de hojas sería la traducción literal de su enigmático título, pero permanece inédita en español[1]), de Mark Z. Danielewski (Nueva York, 1966).
La novela se compone, en un primer nivel, de un manuscrito redactado por un tal Zampanó para describir y comentar un ambiguo artefacto fílmico titulado The Navidson Record (la crítica misma, en la ficción de la novela, no sabe si considerarlo obra de ficción o documental, tomadura de pelo o película escalofriante), cuya trama recoge las fantásticas y terribles experiencias padecidas por los Navidson (un matrimonio y sus dos hijos) al intentar habitar una casa campestre que se reveló finalmente una monstruosa arquitectura de pesadilla, una morada multidimensional y tenebrosa, la negación espacial de la idea de hogar.
El curioso manuscrito se presenta, en un segundo nivel, prologado y anotado por un tal Johny Truant, un joven que refuta la existencia real de la película y achaca su invención a Zampanó, interpola sus propios comentarios a los del viejo y solitario crítico y enriquece a pie de página la compleja narración contando extrañas anécdotas sobre su enrarecida vida nocturna en tugurios de Los Ángeles, que obligan de inmediato al lector a dudar de la fiabilidad y salud mental del narrador principal y compilador del conjunto (lo que no deja de perturbar seriamente el régimen de lectura de la novela).
La técnica literaria podría recordar al Borges de los libros apócrifos y al Nabokov de Pálido fuego, si no fuera porque la laberíntica construcción de la novela, réplica literal de la aberrante casa de la ficción, al girar en torno de un intrigante simulacro audiovisual y no sólo de manuscritos enigmáticos, convierte a este libro en paradigmático del desplazamiento fecundo que se ha producido en la postmodernidad tardía de la metaliteratura como reflexión o desdoblamiento textual a la confrontación o hibridación creativa de narración y medios o artefactos virtuales (tanto audiovisuales como cibernéticos).
La broma ontológica de alcance que encierra la trama de la novela se refiere, sin embargo, a cómo el propósito del cineasta Navidson de filmar la residencia familiar en la nueva vivienda respondía inicialmente a parámetros realistas, de un narcisismo extremo, con cámaras instaladas en cada rincón con objeto de registrar al detalle la feliz trivialidad de las relaciones maritales y paternofiliales, y cómo, por el contrario, el devenir de esa vivencia doméstica logró trastornar de manera radical esas ingenuas categorías y las tornó en fantásticas y terroríficas: “The Navidson Record contiene realmente dos películas: la que Navidson hizo, que todo el mundo recuerda, y la que quiso hacer, que muy poca gente detecta”. Por otra parte, esta indecisión estética entre el falso documental y la ficción total, dramatizada en la textualidad de la novela, es una lección de indudable interés para cualquier narrador contemporáneo.
En otro nivel de análisis, este aspecto de la novela alegoriza la vivencia básica del sujeto postmoderno y su escisión permanente, en cierto modo esquizofrénica, entre la pretensión racional de alcanzar un modo de vida conforme a su deseo y la claudicación forzosa ante las abyectas demandas del sistema que organiza la realidad, evidenciando la imposibilidad de habitar de manera plena un espacio privado sin abrir al mismo tiempo una comunicación vertiginosa con el afuera, ese exterior representado hoy por la red global del espacio público mediatizado (lo que representa además una significativa mutación en la narrativa literaria, centrada de forma tradicional en la oposición binaria entre lo público y lo privado, hoy totalmente desfasada).
En suma, esta House of Leaves es una novela mutante, de múltiples niveles de lectura, que funciona con eficacia como una trama pavorosa de Stephen King, pero parece reescrita y diseñada por un discípulo delirante de McLuhan (Medium is the Massage) o Derrida (Glas). De hecho, el asombroso diseño tipográfico del libro lo convierte en un objeto anómalo en sí, un simulacro bibliográfico de potente originalidad, la suma de todas las posibilidades técnicas y creativas de la “galaxia Gutenberg” editada, precisamente, en la era de su obsolescencia y desmantelamiento por las autopistas de la información y las pantallas ubicuas[2].
Y esta es otra de las cuestiones esenciales que suscita esta novela poliédrica: si su reconversión de la tradición impresa y el formato de la novela sirve como reafirmación de éstas, o supone más bien, como parece sugerir Katherine Hayles, “el comienzo del desplazamiento de la novela por un discurso híbrido que aún carece de nombre”. Quizá House of Leaves haya conseguido alegorizar, desde las potencialidades de la ficción narrativa, la tarea más adecuada y exigente de la cultura contemporánea: la redefinición, a partir de la materialidad de la inscripción verbal, como escribe Katherine Hayles, de “lo que significa escribir, leer, y ser humano”.
De ese modo, además, se sancionaría la definitiva incorporación del género narrativo a las redes (post)cognitivas que están reconfigurando los modos de relación del cerebro biológico con un entorno cada vez más artificial y complejo.
[1] La reticencia a traducir y editar este libro incomparable por parte de la editorial española (Mondadori) que, según me dicen, estuvo a punto de poseer los derechos de publicación del mismo debería obligarnos a plantear dos cuestiones fundamentales respecto de nuestro presente literario: ¿O nuestro mercado es el más limitado y estrecho, y los lectores españoles los menos inquietos, más anticuados o tradicionales, del panorama europeo; o las editoriales se han encerrado en un simulacro de mapa cognitivo que parece presuponer la veracidad de este balance negativo, por razones siempre espurias o interesadas, sin haberse molestado siquiera en ponerlas a prueba en la realidad? Cualquiera de las dos respuestas posibles a esta cuestión un tanto retórica (lo reconozco) debería bastar para poner los pelos de punta a los responsables del Ministerio de Cultura y demás instituciones centrales o periféricas encargadas de seguir velando por que el escenario cultural simule algún signo exterior de vida, por póstuma que pueda parecernos en líneas generales a algunos.
[2] El último experimento de Danielewski (éste sí verosímilmente intraducible o impublicable) se llama Only Revolutions: se lee como un artefacto óptico, de adelante atrás y de atrás hacia delante, dándole vueltas y girando sin cesar como un disco, un planeta o, más adecuadamente, una rueda de automóvil, y es la historia alegórica del espacio americano en movimiento, valga la paradoja, narrada (¿?) por dos hermanos gemelos, uno masculino y otro femenino, de cuya confluencia sexual y textual necesariamente andrógina (post-feminista y post-patriarcal) emerge uno de los más poderosos sentidos del libro. En cualquier caso, la móvil ficción se apodera del tropo de los ciclos hipnóticos, las curvas cicloides y los círculos viciosos (de hecho, la asíntota del incesto es uno de los motores de rotación del doble eje fraterno) para “revolucionar” los formatos narrativos vigentes en la era (todavía demasiado lineal, esto es, racional o tecnocrática) de la (hiper)textualidad electrónica. No tan estimulante como su primera entrega, pero igualmente creativa, quedará como una de las grandes aportaciones de su autor para actualizar y redefinir la tecnología del libro, como fusión del formato estético y la trama de ficción y "fricción", al servicio de una auténtica “revolución” afectiva de las relaciones humanas.
En mi opinión, ya Mondadori se ha arriesgado (y perdido) en bastantes ocasiones con apuestas que ha mantenido durante al menos tres libros con algunos autores -las cuentas no salieron con Will Self, reconocido escritor de filiación burroughsiana/ballardiana. Desde su Cómo viven los muertos, nada más se ha traducido en España de este autor. Otrosí con Jeff Noon (tres libros, los dos primeros por orden cronológico, el último, relacionado con la música, tampoco obtuvo su éxito o réditos de confianza futura), nada de Steve Beard, su Digital Leatherette u obra posterior, nada de Ben Marcus. Y es muy normal, por tanto, que no se la jueguen con una apuesta tan "segura" como House of Leaves. Una lástima, sin duda, pero habría que ver cuántas de las personas que harían viable en ventas una traducción al castellano no se lo compraron con anterioridad en su lengua original.
ResponderEliminarUn buen recordatorio. Y un saludo.
Carlos
Gracias, Carlos, por tu pertinente comentario. Es cierto que Mondadori (una de mis editoriales de referencia, sin duda) ha hecho mucho por el conocimiento de autores innovadores. Unas veces con éxito crítico y mediático (David Foster Wallace, Lethem, entre otros), otras con indiferencia (Dantec, Saunders quizá). Y es cierto que cuanto más se demora la traducción más probabilidad existe de que los interesados bien informados adquieran el libro en su lengua original, disminuyendo el beneficio económico calculado por la editorial. Te diré en confianza que hace más de cinco años altos responsables de Mondadori, tras una animada conversación sobre The Next generation, me aseguraron que terminarían publicando la primera novela de Wallace, The Broom of the System. Incomprensiblemente, sigue inédita. No es intraducible, todo lo contrario, y el autor tiene hoy una cuota de mercado más que significativa, y más desde su trágica muerte...
ResponderEliminarEn el caso de House of Leaves, te diré que lo descubrí en la primavera de 2003, cuando Eloy Fernández Porta preparaba para Quimera un dossier sobre Narrativa postmoderna norteamericana que incluiría una entrevista de McCaffery con Danielevski. Eloy nos preguntó a Germán Sierra y a mí si sabíamos algo de ese libro y ambos, bien informados sobre narrativa americana, le confesamos que no con la mano derecha mientras con la izquierda sondeábamos a toda velocidad las páginas de Amazon para poder encargarlo lo antes posible. Germán, Eloy y yo, si nuestra erudición no es engañosa, debimos ser de los primeros en leer esa novela en España, tres años después de su primera edición. Tiempo de sobra para que Mondadori nos lo hubiera descubierto a todos, como pasó en Francia, donde ha sido un éxito de culto y sigue ganando lectores cada año que pasa. A pesar de las dificultades objetivas de editar un libro como éste, la importancia y relevancia del mismo hubieran justificado de sobra el esfuerzo. Fue una oportunidad perdida, qué se le va a hacer. En mi biblioteca ideal de nueva narrativa del siglo, House of Leaves ocupa un lugar preferente junto a Infinite Jest...
Gracias otra vez.
Me quedo con esta última parte de lo que dices: "a pesar de las dificultades objetivas de editar un libro como éste, la importancia y relevancia del mismo hubieran justificado de sobra el esfuerzo. Fue una oportunidad perdida, qué se le va a hacer."
ResponderEliminarBien dices que lo difícil es recuperar un terreno que (casi) nadie sabe que se ha perdido,es allí es donde comprendo a Mondadori. Como referencia o no tanto, sí que sería deseable revisar la rentabilidad de las tiradas en comparación con la compra de los derechos. Estoy convencido de la fortuna relativa de unos cuantos títulos inéditos en castellano si aparecieran directamente en colecciones de bolsillo en lugar de estrenarse "a lo grande". Me gustaría saber de la rentabilidad que se produciría con esa maniobra (aunque, en su momento, y de un modo erróneo, para mí, ya lo intentaron con la primera colección de Reservoir Books)Poco a poco, pero no deberían dejarlo. Gracias y hasta otra.
Carlos
El problema es que House of Leaves ha quedado virtualmente excluida de las discusiones sobre narrativa sostenidas en español. Por desgracia, la traducción tampoco garantiza esa inclusión: Mondadori lo hizo muy bien a finales del siglo pasado y comienzos de este traduciendo obras del ruso Viktor Pelevin, y en especial Homo Zapiens, pero cayó en el vacío. No me canso de insistir en esta idea: o la narrativa se empieza a considerar, como el cine, en términos transnacionales, o veremos cómo las ideas movilizadas en ese debate se van empobreciendo gradualmente. En ese espacio de innovación, Pelevin dialoga con Wallace, Sorokin con Palahniuk y Houellebecq, Danielevski y Lethem, etcétera, y todos con los nombres españoles y/o hispanos que se quiera. Sin traducciones no se priva a los escritores de mantener ese diálogo fecundo, sino a los lectores, que al fin y al cabo serían los destinatarios de esa narrativa transnacional, sobre la que carecerían de la suficiente información. El contexto nacional, como está demostrado, sólo favorece a los más perezosos y convencionales de la tribu...
ResponderEliminarVeo un problema no de concepto, que está muy claramente expresado en la transnacionalidad, pero existe el del formato, sin embargo. Hay, en cómic, editoriales españolas, francesas, italianas y alemanas -Sinsentido es la española-, que trabajan juntas colaborando en la co-edición de algunos títulos de artistas que comparten sus respectivos catálogos, dividiéndose las resmas en los idiomas respectivos. Naturalmente, esto se parece más al doblaje cinematográfico, dado que no ofrece una complicación equivalente a la de adaptar House of Leaves o un más reciente Boring Boring Boring... Lo que comentas, y que resultaría curioso ver en acción, es observar la acción conjunta de agentes nacionales e internacionales, negociando derechos a la vez para ediciones casi simultáneas, y por responsabilidad, ética y compromiso con la literatura. Muy difícil, pero, porqué no. Es difícil que las editoriales acepten condiciones como la portada casi única de la novela de Arhundati Roy, o los ejemplos de Salinger en cualquier idioma.
ResponderEliminarQuiero pensar, no obstante, que la diferencia entre naciones de autores o lectores cada vez es más escasa, y que no está tan mal la situación como nos puede parecer. Ya se irá viendo. Un saludo.
PS: Es una lástima, también, que no se valore lo suficiente la labor de los traductores, pero sin olvidar, al mismo tiempo, la falta de éxito de otras propuestas -incluso escritas en inglés- en el mercado norteamericano. Es algo, la falta de interés, que es más grande que la intención mercantil, o no sólo.
Carlos
Pues sí, Juan Francisco. Los lectores somos los grandes damnificados de esos vacíos editoriales. Es penoso comprobar que en la calle, si no hablas de los convencionales de la tribu, te toman por excéntrica con ínfulas intelectualoides. Hablo de Madrid, que tiene calle y lectores de sobra. Todavía espero poder conversar (en castellano) con otros lectores sobre The Broom of the System, por hablar de una obra que me concierne. Pero, ¿cómo sabría que me concierne si no se hubieran publicado en castellano otros textos de DFW? Cuando el acceso a la cultura se calibra sólo en términos de rentabilidad, estamos jodidos. O sea, que los excéntricos con ínfulas estamos jodidos de antemano, porque el negocio editorial es éso, un negocio. Si no renta, váyase usted a otra parte con sus inquietudes culturales, que aquí vendemos al peso y el bacalao ya está "cortao". La cartilla de racionamiento cultural empieza a ser un coñazo. Yo también voy a aprender chino y japonés, por si encuentro en esas lenguas las traducciones que me faltan. Mientras tanto, sigo con "La broma infinita" y los nocillas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pasó con la última novela de Houellebecq, y ya está. No veo, sin embargo, una comunidad transnacional en narrativa como la veo en cine, por ejemplo, donde sí que está claro cuáles son las películas y los directores internacionales que enriquecen el debate, con independencia de sus resultados en taquilla, gracias en gran parte a la labor de los festivales repartidos por todo el mundo, incomparables con lo que son las famosas ferias del libro internacionales (Frankfurt y demás megakioscos del prestigio editorial). Insisto: el contexto nacional (incluidas sus escogidas traducciones, por supuesto) sigue siendo el dominante, por desgracia. Empezando por los USA, que ahora se están enterando de Bolaño y tardarán mucho en aceptar a otro. Ya tienen a un "latino" con el que cubrir la plaza vacante (¿Gabo?), hasta que vuelvan a convocar oposiciones ningún discurso hispano entrará allí con la misma fuerza...
ResponderEliminarRaquel, qué te voy a contar. Metes el dedo en la llaga con precisión. Algún día se verá que la verdad del fenómeno Nocilla-Afterpop-Mutante estuvo ahí, en lo esencial, y era una cuestión estética más que sociológica o mediática: en intentar arrastrar las cosas a un escenario transnacional...
Gracias a los dos por vuestras agudas aportaciones.
Tenía pendiente la lectura del uterodoxo post de JF Ferré, y cuando entro a buscarlo me encuentro con !!House of Leaves, nada menos!! Atención a este dato, JF, que te va a encantar: cuando en las conferencias que doy por aquí proyecto algunas páginas de la novela de Danielevski (yo soy "crítico de imagen de la narrativa de la imagen", y no voy a ningún lado sin mis powerpoints) y pregunto al público cuántos la han leído, nunca veo más de una mano levantada, dos con suerte. Te lo digo porque el número de lectores USA que han leído a Danielevski puede ser estadísticamente comparable al de españoles que han leído "Larva", por poner un poner. Pero no quería contarte esto, que sale al hilo, sino anudar estos dos posts, o quizá todos tus posts, y mandarte esta pregunta de tan mala leche como honda pertinencia: ¿será el núcleo de la heterodoxia cada vez más ancho porque el círculo moral de nuestra época es cada vez más estrecho? ¿No es acaso heterodoxo ya un proyecto ambicioso como House of Leaves, que se propone renovar el concepto de alta cultura literaria? ¿No está este último concepto ya, como comento en el post que enlazas, en peligro de muerte por "contrario a la ética -economicista- de nuestros tiempos"?
ResponderEliminarHoy te quedas fuera de la ley en todos estos casos: si eres un delincuente (hasta ahí bien, lo comparto), si mencionas ciertos nombres en vano; si opones críticas, siquiera positivas, a la ecología, el debate de géneros, la corrección política o la necesidad de la religión como concepto social y no individual; si buscas páginas subiditas de tono en Internet; si te descargas cosas sin pagar en Internet; si te metes en la página de JF Ferré en Internet; si utilizas intelectualmente el nombre de algún pensador que coqueteó alguna vez con alguna de las heterodoxias anteriores, o con varias de ellas; si no utilizas el nombre, poco interesante, de algunos intelectuales de consenso; si te metes con Murakami; si hablas bien o mal de España fuera o dentro de España; si eres español y hablas, bien o mal, de literatura latinoamericana; y así podemos seguir hasta un etcétera tan largo y ancho que quizá ha llegado el momento en que debemos optar (me pregunto) entre ser borrego sistemático y heterodoxo, con el agravante de que ya vuelven a quemarte por la heterodoxia. Los medios son más finos (boicots culturales, censuras profesionales, apaños institucionales), pero el resultado es que acabas quemado. Quemado hasta las cejas. A lo mejor a esto se refería DF Wallace con su fantástico relato "Incarnations of Burned Children".
Abrazos, JF.
Me alegra tu post, Vicente, pero más me alegra que me alinees con la heterodoxia bloguera. Si por consultar mi blog (o el tuyo, que también escuece) te ganas enemigos entre los capitostes es un signo de que he/hemos hecho bien mi/nuestro trabajo (¡!). La única vez que un capitoste, con la voz disminuida que suele usar para servir al amo y dar órdenes a otros servidores, me felicitó por una intervención mía supe que había metido la pata y esa misma tarde, en el mismo encuentro, intervine de modo y manera que el tal capitoste me retirara el saludo para siempre. Lo conseguí. Desde entonces finge no conocerme cada vez que se cruza conmigo, pero deben salirle sarpullidos cuando recuerda que una vez, una sola vez, me felicitó con total entrega. En suma, que sí, Vicente, que no nos queman porque no pueden, pero de sentirnos quemados, como diría un castizo, “nasti de nasti”, ni siquiera para encajar en una ficción genial de Wallace. A dar guerra, que para eso hemos venido a este país donde hasta el saludo está politizado.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo en lo que dices sobre la recepción de Danielevski. Quizá porque te muevas sobre todo entre hispanistas, que dicho sea de paso suelen tener poca idea de literatura norteamericana a pesar de ser nativos o llevar viviendo mucho tiempo allí. House of Leaves, como Infinite Jest, fueron acontecimientos literarios en su momento, como lo fue Larva, por cierto, no te engañes, en un contexto de recepción muy distinto del que se impuso a partir del 87-88. Otra cosa es que las modas de temporada acaben eclipsando en la bolsa de la popularidad a obras que en su día llamaron poderosamente la atención. Mis alumnos del curso de novela de Brown tampoco conocían a Philip K. Dick ni a Pynchon, mientras sí se lo sabían todo de Gabo o Allende, y no por eso dudaba yo de la notoriedad de Dick o del maestro de V. El problema es otro, según creo, y muy irónico. El problema es que en el país capitalista por excelencia la literatura no tiene problemas para diferenciarse de la mediocridad, porque el estado no se preocupa lo más mínimo por la cultura, mientras que en nuestro país, subvencionado e intervenido desde todos los frentes, esto es casi imposible, pues además la lucha entre los medios más poderosos y la complicidad de numerosas editoriales en preservar una normalización que se considera sine qua non para sostener las conquistas democráticas vuelven insignificante la relevancia estética de la literatura. Así de simple. Aquí se impone la sociología como ciencia exacta y el control como praxis profiláctica. Punto.
La heterodoxia del intelectual y el artista, por tanto, como decía muy bien Robert Musil, consiste en no identificarse, a pesar de todo lo que le guste de él, con el momento histórico que le ha tocado en suerte. En cualquier caso, por citar a otro centroeuropeo prestigioso (Kafka) al que tampoco le dieron el Planeta o el Alfaguara, tal vez exista alguna esperanza, pero no para nosotros…
Desengáñate, por hablar de latinoamericanos no te labras tu ruina, en absouluto; son algunos de éstos, en cambio, los que parecerían pensar que por hablar de españoles menores de cincuenta se estarían labrando la suya, sobre todo si hablan de escritores malquistazos con el amo de turno, o con una importante cuota de mercado (como el caso de Agustín). Has estado conmigo en la Feria de Guadalajara dos veces y lo sabes bien…
En cuanto a Murakami, no creo tampoco que sea el problema. Me ha gustado el debate que se ha planteado en tu blog sobre el tema, pero le veo una sola pega: si al hablar de poesía sólo manéjaramos los grandes nombres (Coetzee, DeLillo, Pynchon, etc.)que se citan al discutir de narrativa no creo que la mayoría de poetas españoles salieran tampoco muy beneficiados. Quizá sea una impresión apresurada, pero así lo veo ahora...
No descarto lo que dices, JF. Es cierto que me muevo en círculos hispanoamericanos, y la especialización es un mal endémico en cualquier círculo, vicioso por sistema. Quizá por ello insisto tanto en esas conferencias en apuntar las innovaciones que Danielevski, Coupland, Safran Foer, D. F. Wallace o algunos autores europeos están llevando a cabo. Es esencial la difusión de la nueva narrativa pangeica, que contiene, extremados en unos casos y sublimados en otros, los procedimientos de la anterior narrativa de la imagen. Ahora estoy trabajando en esto precisamente para un ensayo, y pronto aparecerá otro en el que desarrollo la "narrativa del diseño" que esbocé en mi artículo para Hofstra Hispanic Review. Creo que este es un momento apasionante por los cambios que se están produciendo. Abrazos, Juan Francisco.
ResponderEliminarYa sabes que no comparto todas tus tesis para diferenciar lo pangeico de lo mutante-postmoderno. Es más, Danielevski y Wallace son representantes de la misma línea de superación y/o consumación del postmodernismo. Es quizá una cuestión dialéctica. En Europa, si me perdonas, aparte del fenómeno Nocilla-mutante-Afterpop y algunos rusos (Pelevin, Sorokin) no veo nada ni de lejos similar a lo que estos y otros narradores norteamericanos han supuesto para la narrativa del nuevo siglo.
ResponderEliminarEn Georgetown, precisamente, conocí a una profesora norteamericana y latinoamericanista con la que sostuve la conversación más jugosa sobre Infinite Jest y el postmodernismo ruso que recuerdo...
Juan Francisco, ¿podrías definir "jugosa"?
ResponderEliminarSustanciosa, erudita, informada, esclarecedora, estimulante, ilustrativa, instructiva... (espérate que voy corriendo a consultar el Casares y vuelvo, como el Dr. Manhattan, en dos nanosegundos)...provechosa, magistral, educativa, formativa, correctiva, pedagógica, beneficiosa, productiva, fructuosa, útil, avezada, etcétera etcétera etcétera...
ResponderEliminarCon esto, Montano, queda probada mi vieja teoría: los adjetivos calificativos eligen a sus destinatarios. QED...
Jajaja, eres un pervertido: cómo te excita... el debate intelectual!
ResponderEliminarNo lo sabes bien...
ResponderEliminarYa llego tarde, y mi comentario I will write in English because I drunk too much to write in castellano. Anyway...
ResponderEliminarI wanted to comment when you first posted, and for some reason I didn't. Some trivial things... Nothing really important. I don't think the fact that it wasn't translated tells much about publishing in Spain. The French example is treacherous. We have "House of leaves" and you dont but you have "Infinite Jest" and we don't. The translation of "IJ" is in the same state of limbo the translation of "HoL" is in Spain, so the example might not be the best one. Furthermore, if I believe what I heard from Mathias Enard, "HoL"'s problem was linked to the difficulty of finding a translator ready to tackle it more than any doubts the publisher might have about the book. Overall in France, we're very lucky to have someone like Claro, willing to translate Danielweski or Vollman and publish Curtis White or Mark Leyner. It has nothing to do with the French market being more open, it has to do with the will of one man, and that will is what you might be lacking at the moment.
This being said, I make you absolutely right when you say "n Europa, si me perdonas, aparte del fenómeno Nocilla-mutante-Afterpop (...) no veo nada ni de lejos similar a lo que estos y otros narradores norteamericanos han supuesto para la narrativa del nuevo siglo."
And that's exactly why I'm following what's being in done in Spain very closely -- I don't find anything similarly exciting anywhere else at the moment.
(before I forget: "Only revolutions" is translatable. It was done in French, by Claro. The result is not exactly mirroring the original, but it's stunning none the less)
Un saludo,
François
Perdón por la pregunta un poco fuera del hilo, ¿Dantec? ¿El de Babylon babies?
ResponderEliminarPor otro lado ¿Que implica tener los derechos?
Anónimo: Sí, Dantec, lo siento, a mí me parece muy bueno en esa novela en especial, por razones que no son sólo literarias, aunque sé que no hay consenso en la materia. Tener los derechos, en efecto, no obliga a nada. Sólo marca una intención inicial, quizá sin deseo final de realizarse, quién sabe, sólo para evitar que otros los obtengan antes, para darse el tiempo de reflexionar o de buscar la gente adecuada para llevar a cabo la empresa, cualquier cosa y nada, por supuesto...
ResponderEliminarFausto: alguien con seudónimo tan pynchoniano (y con un blog cómplice, Tabula Rasa, incluido en la lista de mis blogs desde hace un par de semanas...) sólo puede recibir la bienvenida más calurosa en francés, en inglés o en español, como prefieras. Al haber visto a V. desprovista de todos sus artificios, reducida a un puro artefacto ciborg con efectos secundariso conspirativos, te concedo todo el crédito en tus opiniones. Es cierto que estamos empatados en esto: los franceses cojeáis del lado de Wallace (aunque a nosostros también nos falta The broom) y nosotros del de Danielevski. No sé la razón en Francia, ya que si Claro es tan emprendedor con autores también inéditos en español como Leyner y White, o escasamente representados como Vollmann(acabo de volver de Lyon y me ha sorprendido en la Fnac de allí descubrir lo bien cubierto que está Vollmann en francés), no entiendo por qué no la emprende con Infinite Jest. Tú lo sabrás mejor...
Claro que un libro pendiente no dice nada sobre el sistema literario español contemporáneo, aunque sí sobre los gustos particulares de algunos "decididores" asociados a ciertas editoriales. En cuanto a Only Revolutions, me parece más experimental, en el sentido estricto, menos gratificante como lectura en cualquier idioma que House, por lo que al declararla intraducible no lo decía sólo en el sentido lingüístico del término (no es Finnegans Wake, es obvio). No me extraña tanto, por decirlo así, que ninguna editorial se atreva. Hay motivos objetivos. El problema con HOL, como bien la denominas siguiendo la estela de su culto, es que me parece un simulacro dotado de un poder de seducción irresistible, que funciona como novela de terror, como metaficción mediática y, al mismo tiempo, te deslumbra como artefacto postmoderno (Infinite Jest no se puede decir que esté dotada, a pesar de todo, con el mismo poder de fascinación y seducción). Esta combinación, ya probada con públicos diversos, hubiera sido muy interesante comprobar cómo funcionaba con los lectores españoles que no se atreverían nunca a leerla en inglés. Quizá nos hubiera permitido conocer las (in)sondables dimensiones del sistema literario español. Al igual que las dimensiones (meta)físicas de la casa de la novela, estas dimensiones literarias podrían habernos sorprendido a todos los que las habitamos sin conocerlas en su totalidad, incluso a a aquellos que de antemano las juzgan estrechas o limitadas o ampliables...
RUEGOS Y PREGUNTAS:
ResponderEliminarRuego a François (alias Fausto Maijstral) que cuando haya bebido demasiado para escribir en castellano, lo haga en francés, para fomentar la hermandad franco-hispana y, de paso, hacerle un favor a servidora.
Pregunta: ¿alguien me secunda en este asuntillo de forma?
Abrazos.
Si me disculpas, Raquel, yo no puedo secundarte en esto, a pesar de leer la lengua de Rabelais y Sade con algo más que con los ojos, no puedo evitar pensar en aquel sector de mis lectores que no la conocen y, sin embargo, lo saben todo de la lengua de Joyce y Pynchon. Así que cada cual elija la lengua que prefiera para expresarse, incluidas lenguas que el anfitrión de este blog desconoce tan perfectamente como Borges decía desconocer el ruso (moi aussi, hélas!)...
ResponderEliminarНет проблем, Ферре. Только шутить мало.
ResponderEliminarДо скорого (hasta pronto).
Hombre, English o français, me da igual pero cuantos lectores entienden el English y cuantos entienden le français, ni idea (y a lo mejor eso es lo más importante...)
ResponderEliminarRaquel: Spasiva!...
ResponderEliminarFausto: lo que más te convenga, según el momento del día y el estado mental en que te encuentres. En cualquier caso, el rumor de que Claro estaría traduciendo La blague infinie (Infinite Jest) a la lengua de Rabelais parecería confirmar mis tesis, ¿no crees?...
Fausto: no era mi intención suscitar polémica ni quebraderos de cabeza. Sólo bromeaba, una vez más, sobre mi fatídico desconocimiento del english.
ResponderEliminarEsta lectora en concreto (y de momento) sólo alcanza a entender el castellano o el français, aunque trabaja por mejorar. El asunto tratado me interesa tanto que decidí usar el horrible traductor de Google para descifrar parcialmente tu comentario (de ahí la broma).
En cualquier caso, gracias por tomar en consideración tan insólito ruego.
Saludos.
No pasa nada, Raquel. Bueno, sur la blague infinie: no sé si confirma tu tesis o no. El traductor no es Claro (no se siente capaz de hacerlo) y en esto el asunto tiene algo en común con "HoL" en castellano: me dijo Enard que no se hizo la traducción porque Javier Calvo no se sentía capaz (o no tenía las ganas) así que a lo mejor solo falta alguien que diga que sí para que Mondadori ponga en marcha el proyecto...
ResponderEliminarInsisto en que no veo la dificultad objetiva de una traducción de HOL en términos textuales. Otra cosa es el diseño de la página y las complicaciones de la maquetación. Como texto me parece de una dificultad media, incluso como lectura. Un avezado traductor de DFW no debería tener ningún problema con HOL...
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