[Natsume Sōseki, Kokoro, trad.: Carlos Rubio, Satori ediciones, 2021, págs. 336]
Como escribió Fredric Jameson, la
novela y la era Meiji (1868-1912) personifican lo mismo. Natsume Sōseki (1867-1916)
es el escritor por excelencia de ese período trascendental de la historia
moderna japonesa. Sōseki escribió poesía y
prosa, viajó a Londres con una beca gubernamental para estudiar la lengua y la
literatura inglesas, impartió clases de literatura inglesa en la Universidad de
Tokio, ocupando la cátedra vacante de Lafcadio Hearn, dictó conferencias entre
1903 y 1905 sobre su idea de la literatura como expresión de las emociones
humanas más profundas y se convirtió en 1907 en el primer escritor profesional
de la literatura japonesa a sueldo del diario matutino más importante de su
tiempo (“Asahi Shimbun”).
Las cuatro antinomias de la compleja personalidad
de Sōseki, según Carlos Rubio, gran especialista y traductor de literatura
japonesa, son estas: sufrimiento moral (traumas infantiles, problemas
matrimoniales) y sufrimiento físico (dolencias y enfermedades varias);
esquizofrenia cultural entre Oriente y Occidente; profesor académico y escritor
de ficción; preferencia por temas de la tradición japonesa y formas y técnicas
narrativas occidentales. La misión moral y estética de la novela para Sōseki
consistía en poner orden en el caos de la vida moderna. Con todas sus paradojas e
ironías, las novelas de Sōseki son alegorías del deseo de acceder a la
modernidad plena y de la imposibilidad de hacerlo sin pagar un alto precio
psíquico o moral.
“Kokoro” es la cumbre creativa de su prolífica
carrera como novelista, publicada dos años antes de su prematura muerte. Ninguna
de sus novelas expresa con tanta agudeza el conflicto entre modernidad y
tradición, libertad individual y orden comunitario, que sostiene su proyecto
literario. “Kokoro” fue publicada por entregas en “Asahi Shimbun”, entre abril
y agosto de 1914, atrayendo la atención de millones de japoneses. El título no admite
una traducción simple (“corazón”) ya que se refiere también al corazón delator o
núcleo traumático de la realidad, a la esencia de la vida afectiva y el nudo carnal
de las relaciones humanas. La estructura tripartita de la novela, calculada por
Sōseki con inteligencia para producir efectos indelebles en la mente del
lector, es sancionada desde la perspectiva narrativa por el uso múltiple de la
primera persona del singular.
En la primera parte (“Sensei y yo”), compuesta
de 36 capítulos, un joven desorientado, de sexualidad aún inmadura, narra las
intensas relaciones de amistad que establece con un hombre adulto al que
considera un maestro y que, tras una apariencia discreta, oculta un pasado
doloroso: un episodio trágico de juventud relacionado con un amigo suicida,
llamado K., y Shizu, la esposa del “Sensei”. En la segunda parte (“Mis padres y
yo”), el yo anónimo nos narra en solo 18 capítulos sus complicadas relaciones
familiares con un padre enfermo y una madre dominante que pretenden orientar su
vida hacia la normativa tradicional y la normalidad social. En la tercera parte
(“El testamento de Sensei”), la más conmovedora, el “corazón” palpitante de la
novela, la voz narrativa pasa del yo del discípulo al del maestro infeliz para
que este le transfiera a aquel, mediante la lectura de una extensa carta de 56
capítulos, los secretos de su culpa interior y el deseo expiatorio de acabar
con su vida tras años de sufrimiento silencioso.
Durante mucho tiempo, predominó una exégesis conservadora de la novela, causada por malas lecturas de esta última parte hechas en clave nostálgica. Desde fines del siglo XX, los críticos más sagaces y polémicos, como Yōichi Komori, revolucionaron dicha interpretación al sostener que la trama de “Kokoro”, dotada de significativas resonancias históricas y políticas, representaba el colofón de la era Meiji: una alegoría sexual del final de una cultura y un mundo de valores en crisis y el tránsito a una nueva era. El testamento del “Sensei” simbolizaría así el propio testamento de Sōseki.
David Peace, sin duda un profundo conocedor de la literatura japonesa, antes declaraba el "Caballos desbocados" de Mishima como su novela japonesa preferida. Años después, en un diálogo con otro David novelista inglés, David Mitchell, afirmó que desde entonces su gusto se había desplazada hacia este "Kokoro".
ResponderEliminarMe preguntaba qué cosas explicaría esa novela, así que encuentro muy interesante y jugoso esta reseña. Gracias!