[Publicado hoy en
medios de Vocento]
Imagino
lo que se siente siendo Rey de España. Te ha puesto ahí quien te ha puesto y
encima estos desgraciados a los que regalaste la democracia que no se merecían
te ponen en la picota como a un delincuente medieval. Mira que has vivido
alegremente durante decenios sin dar cuenta de nada a nadie. Ni de tus líos, ni
de tus gastos, ni de tus vicios, ni de tus ingresos. Nada de nada. La regla de
oro del Fasana de turno. Que tu “input” no sepa nunca lo que vale tu “output”,
y viceversa. Así se vive bien. Así se vive a lo grande, a costa de los demás. Como
un parásito. Pura representación ornamental, nulas obligaciones políticas. Vivir
como un rey de opereta entre las ruinas financieras de tu feudo nacional. Bien
asesorado, por si acaso.
Pasan los
políticos, todos iguales, y tú permaneces, año tras año. Pasan gobiernos y
presidentes, y tú te enrocas en el tablero, te acurrucas en la poltrona. Tú a
lo tuyo, dale que dale, como buen Borbón. Venga juergas de lujo y placer en la
Arabia Feliz de la falocracia. Venga regalías libertinas y derecho de pernada para
el Único. Y, cuando ya chocheas, llega el episodio del elefante y la princesa.
Dicho así suena a cuento de hadas y no a una de esas comedietas de destape de
la Transición. Eso es. Un culebrón grosero para las tardes tediosas de
Mediaset. Un sainete zafio.
Y tomas entonces
la decisión de tu vida. Ceder el trono a tu hijo como progenitor no gestante, en
palabras de la ministra Irene Montero, y todo resuelto. Me hago una cirugía para
parecer más joven y serio y reseteo la institución. La opinión pública me
aplaudirá con las orejas. Gran mérito del emérito. Saber retirarse a tiempo. Lo
del doble cuerpo del rey, la teoría de Kantorowicz, te lo has pasado siempre
por el forro de tus trajes suizos. Ni cuerpo doble ni doble de cuerpo. A pelo. Cara
dura e impunidad constitucional, la fórmula del éxito asegurado. El rey va
desnudo y sin mascarilla. Eso se llama ser inviolable. Se acabó lo que se daba.
A estas
alturas de la historia, la monarquía es un insulto a la inteligencia. Que se la
queden los nostálgicos del antiguo régimen y la oligarquía castiza. Yo también
me inquieto y perturbo a menudo, como Pedro Sánchez, pero uso la literatura y no la
ideología como poderoso somnífero para dormir en paz conmigo mismo. El sueño republicano
de Pablo Iglesias solo produce flatulencia. Picaresca y esperpento han sido nuestra
dieta diaria durante demasiado tiempo. Ya es hora de cambiar de estilo. Quiero
una España, si es posible, sin coronavirus y sin corona.
Espero con curiosidad una república en que sea jefe del Estado José María Aznar o Felipe González.
ResponderEliminarAl menos tendríamos la oportunidad de decidir si nos gustan o no, son eficientes o tampoco, ese tipo de cosas que las democracias suelen tener entre sus recursos. Creo que España, después del "vivan las caenas" (sic) de los últimos dos siglos y pico se merecería ser como Francia, Alemania, Italia, o Estados Unidos, por no citar más que democracias que tienen buenos y malos jefes de estado a los que pueden despedir cuando no cumplen con las obligaciones del cargo. Siento ser tan racional, pero es lo que me pide la situación. Y la república, como régimen político, no tendría que ser tan diferente de lo que tenemos, no lo dude, con la salvedad de que el "primus inter pares" sería elegible y no perpetuo. Más vale un mal presidente que un (presunto) buen rey, esa es mi lógica...
ResponderEliminar