[Varios autores, The King, Errata Naturae, 2019, págs. 283]
El terror es quizás el género narrativo más
convencional: aquel que muestra, precisamente, las amenazas que acechan a los estilos
de vida más normativos y convencionales. El terror logra conjurar su inquietante
influencia y exorcizar los monstruos íntimos que esas formas de vida engendran.
Stephen King es el maestro absoluto de esta clase de terror: el terror que concibe
la vida como una pesadilla viscosa donde todo lo que amamos y deseamos es
puesto en peligro, choca con sus límites oscuros o se enfrenta con crudeza a su
terrible antagonista, la muerte. En este sentido, King no es un escritor minoritario
como Poe, Lovecraft o Ligotti, a pesar de su influencia, sino más parecido a
otros practicantes del terror comercializado para consumo de masas.
“Cuando la gente ve fantasmas, siempre se ve
primero a sí misma”, esta idea de King define el paisaje mental en que se desarrolla
la ficción de terror desde hace al menos dos siglos como respuesta a una
existencia humana cuyas circunstancias se han vuelto fantásticas. Como explica el
escritor Pacome Thiellement pensando en King: “Lo fantástico es nuestra
expresión espiritual; es la realidad metafísica de nuestra vivencia psíquica”.
Aquí, en este mundo de monstruos y fantasmas, este territorio del horror donde
los muertos acosan a los vivos y los vivos no están seguros de estarlo del todo,
es donde reina King soberano como el ente mutante de su grandiosa novela It.
Este estupendo libro lo contiene todo para complacer
al fan acérrimo de King y también al detractor recalcitrante. Profundo calado
literario, filosófico, psicológico, cultural y sociológico en las ficciones
mayores y menores que construyen el orbe aberrante del mitógrafo de Maine. Al
comienzo, una instructiva entrevista de Tony Magistrale aborda una de las
cualidades esenciales de la imaginación de King: su asombrosa facilidad para
traducirse en poderosas imágenes de cine y televisión, con independencia de si,
para su autor eficiente, existen logros audiovisuales más polémicos (El resplandor, Christine, Cadena perpetua),
bodrios confesos (alguno realizado por el propio King) y películas memorables (Carrie, Cementerio viviente, La zona muerta, Cuenta conmigo, Misery).
La facción hispana del libro, más literaria,
incorpora excelentes exégesis de fans como Rodrigo Fresán, sobre el
protagonismo infantil en las novelas de King, Mariana Enríquez, sobre la
presencia femenina, y Laura Fernández, sobre el cumplimiento de los deseos como
fatalidad del sujeto. Y la facción anglosajona, más académica, se enfrenta a la
legitimidad artística y moral del género de terror (Greg Littman); las visiones
políticas y distópicas sobre el poder y la violencia, en sintonía con los
postulados de Hannah Arendt (Joseph Foy y Timothy Dale); la reformulación
narrativa del eterno retorno nietzscheano (Garret Merriam) o la heterotopía de
Foucault aplicada al espacio del hotel Overlook en El resplandor como demostración del sesgo conservador de la ficción
de King (Elizabeth Hornbeck), entre otros interesantes planteamientos.
Un aspecto irónico, sin embargo, es que en numerosas
novelas de King, por terrible o cruel que sea la realidad descrita, las figuras
del bien, los agentes de la bondad y la compasión, solo consiguen agravar el
mal, volviendo aún más implacable el destino de las víctimas, sea cual sea su
edad o sexo. Al final estos personajes solo contribuyen al mal y colaboran,
contra su voluntad, con los planes destructivos de la maldad. Y consuman su ruina
como consecuencia de la exasperante impotencia de sus actos y decisiones. Así
el maestro King, como antes Buñuel, nos está diciendo la horrible verdad: no
hay salvación para nadie mientras no cambiemos el mundo entre todos. Y esto,
que es imposible por definición, es lo único que produce en toda su obra auténtico
terror.
le tenía idea a King hasta que lo leí y comprendí el por qué de sus fans: escribe bine ja, así de simple.
ResponderEliminarY su libro sobre consejos para escritores mezclado con su bio es una genialidad también, saludos...