[Noam Chomsky, Réquiem por
el sueño americano, Sexto-Piso, trad.: Magdalena Palmer, 2017, págs. 160]
En principio, esto no fue un libro. En principio
Chomsky concibió un texto que serviría de guion en un documental cinematográfico
pensado para alertar sobre el mal que está destruyendo tanto la realidad
americana como el mismo ideal que le dio origen y fundamento. Ese ideal, como
han creído millones de inmigrantes a lo largo de la historia, estaba basado en
la prosperidad económica y la increíble libertad de un país como Estados
Unidos.
Y ese ideal, como analiza Chomsky, hace tiempo
que naufraga con estrépito. La bancarrota del sueño americano estaba inscrita desde
su nacimiento en el genoma nacional por un ideario mercantil y comercial que no
solo ha consumido sus recursos sino que ha comenzado a devorarse a sí mismo y
se encamina ya hacia su autodestrucción. Estados Unidos es un país donde los
mismos poderes (la banca y las corporaciones) que hundieron la economía en
nombre del neoliberalismo mantienen sus privilegios y aumentan sus beneficios,
donde una mafia política de profesionales del derecho y las finanzas somete la
maquinaria estatal a sus intereses, con la ayuda del ejército y la policía, o donde
cualquier ciudadano, sobre todo si pertenece a alguna minoría racial, puede perder en cuestión de horas sus derechos civiles.
Tras la elección de Trump todo esto se agrava y
un intelectual y activista de la talla de Chomsky ha necesitado realizar una
suerte de examen de conciencia que le permita poner en limpio sus ideas de
regeneración política y afrontar, con un instructivo soporte de documentos, los
vicios sistémicos que aquejan a la sociedad americana actual. Chomsky aborda
aquí, como aclara el subtítulo del libro, los “diez principios de la
concentración de la riqueza y el poder”.
Esta idea nociva que aglutina sus reflexiones
afecta tanto al funcionamiento de la democracia como al control de la economía,
la solidaridad inexistente y la fiscalidad cargante, la perniciosa fabricación
del consenso, el desempleo rampante, la degradación educativa y el desprestigio
de lo público, la ecología del desastre, el hundimiento de la clase media y el
dominio de una clase privilegiada, esa élite económica que controla al gobierno
federal y le impone políticas y políticos. En su diagnóstico radical, Chomsky
no olvida tampoco que en Estados Unidos es donde con más pureza se han
comprobado los perjuicios reales de lo que Walter Benjamin denominaba la “religión
del capitalismo”, un sistema basado en la perpetuación de la culpa individual.
Si hacemos una lectura optimista, como la que
intenta Chomsky pese a todo, cabe creer que ampliando los mecanismos y virtudes
del sistema democrático es posible volver al buen camino y reencontrarse con la
riqueza indeleble del sueño americano. Con una visión más pesimista, sin embargo,
se puede acabar pensando en cuánto tardará en aplicarse ese modelo de gestión a
territorios como Europa donde son muchos los que han convertido al decadente imperio
americano en el mito ideológico que alimenta sus fantasías conservadoras.
En tal contexto crítico, la lectura de este libro
informado y lúcido resulta imprescindible para entender por qué los agentes que
toman decisiones, aquí como allí, solo buscan preservar el sistema económico de
la amenaza del colapso, destruyendo el sector público y favoreciendo a los
bancos y corporaciones financieras causantes de la crisis más grave de la
historia moderna.
De ese modo, las polémicas lecciones de Chomsky
sobre la América regresiva de Trump trascienden los límites nacionales y nos
enfrentan a los infundios de un sistema de organización de la realidad
interesado en convencernos de que la única elección posible es entre el
capitalismo neoliberal o la catástrofe planetaria.
Reseña muy clara de un libro que parece de muy necesaria lectura.
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