[Publicado ayer en medios de Vocento]
Fuentes bien
informadas me comunican que Cifuentes tiene razón y todos los demás implicados mienten.
Cifuentes cursó el máster, se aplicó en clases presenciales ocupando las
primeras filas del aula, participó activamente en las discusiones e interpeló a
sus profesores con preguntas siempre inteligentes, superó con holgura las
asignaturas y elaboró en persona, robando tiempo a sus obligaciones
institucionales, un trabajo final excelente, me dice “Garganta Profunda” con su
voz de barítono sibilino. Todos mienten por conveniencia, excepto Cifuentes,
reina zarzuelera incapaz de abdicar del trono matritense, aunque quizá se
entienda con la parentela política mejor que la reina oficial.
Cifuentes
es víctima de una conspiración de la universidad, donde enemigos ocultos le han
tendido una trampa falsificando todos los documentos y las pruebas, como en una
pesadilla paranoica. Su vida se ha transformado en un infierno por culpa de
profesoras falsarias y aviesos directores de máster, por no hablar de los
rectores, notorios defensores de cualquier impostura, como me cuenta con ironía
mi confidente en la sombra. Ya se sabe que la universidad es un ente poco
fiable, propenso a bromas infames. Y acostumbrado a burlarse de las
expectativas de conocimiento de quienes se le acercan con la legítima intención
de prepararse para un mercado laboral cada día más exigente. Y la infeliz Cifuentes
ha caído en sus redes engañosas como una estudiante novata. Un político
intachable jamás debería buscar en una institución universitaria el prestigio
que lo habilite para desempeñar su cargo con un plus de seriedad. Como
demuestran otros colegas, es mucho más recomendable mantenerse al margen del pernicioso
complejo de superioridad del mundillo académico. Para qué sirve el sistema
universitario, en el fondo, sino para darle disgustos a la clase política
actual y a sus figuras más notables.
A este
paso, el mayor castigo para un político no va a ser enviarlo a la cárcel por
delitos erróneos de rebelión o malversación, sino matricularlo en la universidad.
Es una instructiva escuela para la vida pública. En ella se aprende a bregar a
diario con los desmanes faraónicos de los rectores, la arrogancia de los
catedráticos, el autoritarismo de decanos y directores de departamento, la
envidia y el resentimiento de profesores y estudiantes o los desplantes y el
desparpajo sindicado de los conserjes. En suma, es el currículo más útil y efectivo
para prosperar hoy en un partido político. En lugar de despotricar de sus
contrincantes, Cifuentes haría bien en transformar su ridículo caso en una
campaña publicitaria en favor de la universidad pública y de una asociación
necesaria entre esta y la cualificación profesional de los políticos en
ejercicio. Pero para validarla con un gesto noble, tras la suprema exhibición
de torpeza, debería dimitir enseguida. Todos saldríamos ganando y la
universidad limpiaría la imagen elitista que aún enturbia su reputación.
¿y qué te parece que el Numero 1 de CORRUPSOE en Madrid falsificara su curriculum? Y no tienes nada que decir de los 3 parlamentarios de C´S pillados con titulos falsos o del mismisimo Toni Cantó, el histrión ultramachista que se inventó una licenciatura? Y qué me dices de la tesis de Pedro Sanchez, el capo del PSOE, al que segun el ex ministro de Industria, Sebastian, le hicieron la tesis doctoral en el ministerio los propios funcionarios? Y qué me cuentas de la beca black de Errejón, un tio que obligado a estar en Malaga para cobrar la beca, residia en Madrid y se largaba de cuando en cuando a asesorar al narcogenocida Maduro?..El que esté libre de pecado que tire su curriculo..Espero que no censures este comentario
ResponderEliminarTodo lo que mencionas está incluido, de un modo u otro, en el planteamiento de mi columna. Ningún partido está exento, en mi texto, si te fijas bien, anónimo denunciante, la señalada es la clase política sin distinción de cuadrillas de militancia. No me verás jugar al juego partidista, no es lo mío, muy al contrario, no abundan espíritus tan libres como el mío, no sé el tuyo., sinceramente, te veo más preocupado por el desprestigio de una facción que por el esclarecimiento de la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. En cualquier caso, buen hombre o buena mujer, elogie la prosa y la ironía del texto, no se quede en lo superfluo, como tantos...
ResponderEliminarTiene usted razón, y pido disculpas por mi apresurada lectura de su texto. Ya sabe usted cómo se lee en la Red, que uno tiene que releer para apreciar la ironia y el doble fondo subtextual.
ResponderEliminarGracias