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[Charles Baudelaire, Dibujos
y fragmentos póstumos, Sexto Piso, págs. 364]
Cuidado con este personaje
incorregible que avanza en el escenario, como Hamlet, para exhibir con
impudicia ante el lector la desnudez de su corazón y los cohetes de su ingenio.
Es un hipócrita, un impostor, una máscara insolente que reivindica impunemente
el derecho a contradecirse y, por tanto, a ser infiel a cualquier ideario
dogmático y a cualquier toma de posición que no reconozca el malentendido
fundamental de la vida. La lectura reiterada de Baudelaire y, en particular, de
sus escritos póstumos, es la mejor terapia contra la fosilización del espíritu
y la gregarización de la sensibilidad. Recorriendo estas páginas, en la
refrescante traducción de Ernesto Kavi, uno ve renacer de las cenizas del
tiempo la inteligencia incisiva de quien, además de explotar al máximo las
facultades con que está dotado, las adorna con ese estilo original que solo el
creador genuino sabe imprimir al lenguaje heredado.
Esta suntuosa edición reserva,
además, valiosas sorpresas para los admiradores del genio rebelde de Baudelaire.
Junto a la recuperación de estos lúcidos (y a menudo ofensivos) aforismos que
fascinaron a mentes afines como Nietzsche o Cioran, se presentan los curiosos
dibujos de su autor. Es irónico observar en los sagaces autorretratos de
Baudelaire los esfuerzos del alquimista verbal por captar en los rasgos de su
rostro el alma portentosa que los anima. Comparar esos perfiles introspectivos
con la célebre fotografía de Nadar que inaugura el libro, permite descubrir la
paradoja moral del esteta Baudelaire. Pese a declarar el culto y la
glorificación de las imágenes como pasión dominante de su vida, siente náusea
por la obscenidad de los anuncios publicitarios y posa ante la cámara con
actitud despectiva, reprochando al popular artilugio la propagación de una idea
de la realidad exenta de arte y cómplice de los valores burgueses. Como
denuncia colérico en el prefacio de Las
flores del mal: “Este mundo ha adquirido tal espesor de vulgaridad que
transforma, en el hombre espiritual, el desprecio en una pasión violenta”. A su manera provocadora, diré que Baudelaire desnuda su alma en estos escritos y dibujos íntimos con la misma alegría descarnada y deseo de prostituirse al otro ("¿Qué es el arte? Prostitución"/"Todo amor es prostitución") con que una actriz desnuda su hermoso cuerpo en un escenario o una pantalla. De modo elitista, proclama su soledad innata y su desdicha para afirmar más adelante, con un guiño seductor, su gusto por la intensidad de la vida y los placeres inagotables que esta depara a la mirada promiscua del paseante. Hace pública la desmesura de sus inclinaciones sensuales y su fascinación por la moda y el maquillaje, para declarar luego el poder transformador de la imaginación, su melancólico desapego del mundo y su temor acerbo a las utopías del progreso. Y, sin embargo, en uno de sus dibujos más desconcertantes, la soñadora mirada del poeta se intensifica no ante la visión del ideal quimérico sino de una bolsa huidiza repleta de dinero con que financiar sus costosos caprichos.
Una hipersensibilidad artística se
revela no solo en lo que escribe sino también en lo que lee. En este sentido,
cuando Baudelaire cita un soneto del barroco Théophile de Viau es porque
detecta en él, más allá de la belleza del estilo y la delicadeza del tema, una
profunda sintonía espiritual. La novia difunta regresando de entre los muertos
para que su amante goce sexualmente de su alma como en vida lo hiciera de su
cuerpo. Ahí está expresada, con la voz libertina de otro, la contradicción
estética y moral ("La mujer no sabe separar el alma del Cuerpo") de
la modernidad de Baudelaire.
Totalmente de acuerdo, amigo. Y además fue el primer poeta urbano que llegó tarde, muy tarde a su sueño. Quiso ser un dandi y se convirtió en un hombre terriblemente endeudado, signo de lo que ya estaba allí en embrión para ese mal que nos embarga ya a todos.
ResponderEliminarSiempre interesante tus textos y como dijo Baudelaire: "Deseamos, tanto la lumbre que nos quema, caer en el abismo, Cielo, Infierno, ¿qué importa?, Al fondo de lo ignoto, para encontrar lo nuevo".
Un fuerte abrazo