[Jean Rolin, El rapto de Britney Spears, Libros del Asteroide, trad.: Luisa Feliú]
En este mundo existe la información y existen los chismes. La primera da lugar a actividades serias como las que llevan a cabo las agencias de inteligencia y control, los inversores financieros o sus agentes en bolsa. Del chismorreo, en cambio, subproducto degradado de aquella, se ocupan los medios de más bajo nivel a través de asalariados sin escrúpulos que acosan a individuos no siempre merecedores de tal grado de atención, pero que suelen extraer de él un alto rendimiento.
La información es valiosa, suele interesar, como sabemos, a todo el que tiene o pretende tener el poder, mientras el chisme es banal e insignificante, aunque en esto mismo pueda radicar su encanto intrascendente, su atractivo incluso, frente a la aridez y crudeza inhumana de los datos puros. Como es lógico, dada la engañosa organización democrática de las sociedades occidentales, la información, en el sentido estricto de la palabra, solo está disponible para grupos minoritarios que saben qué destino darle, cómo usarla del modo más adecuado para sus intereses y los de sus representados, mientras la chismografía, el cotilleo y demás mercancías deterioradas del mundo de la información, nutren la adulterada avidez de conocimiento de la mayoría de la población, entontecen sus expectativas y distraen su aburrimiento o su vacío.
El gran mérito de Rolin en esta fascinante novela consiste en infiltrarse como un agente secreto de la inteligencia en el corazón palpitante de esta problemática contemporánea con tanta ironía velada como elegancia verbal. Asumiendo que muchas novelas no son más que chismes sublimados, Rolin urde con malicia la historia de un espía, miembro del servicio secreto francés, que durante un tiempo, mientras realiza una misteriosa misión en Los Ángeles en torno a la cantante Britney Spears y a una presunta tentativa de secuestro contra ella por parte de un grupo islamista, adopta la falsa identidad de un periodista del “corazón”, esto es, un traficante profesional de trivialidades sobre la vida privada de los famosos.
Gracias a este espía singular, dueño de la curiosidad analítica del escritor pero disfrazado bajo la máscara mundana del paparazzo, el lector descubrirá una ciudad inabarcable, un escenario devastado donde las celebridades son abrasadas por el sol implacable de la fama con la misma velocidad con que otras son generadas para ocupar su puesto de inmediato y garantizar así la pervivencia del lucrativo negocio. Pero hasta en esto hay clases y está claro que no es igual ser una muñeca rutilante tipo Britney Spears, Lindsay Lohan, Lady Gaga o Katy Perry, diosas espectaculares citadas con frecuencia en los agudos comentarios del narrador, que un adefesio vulgar como los que acaparan, para narcotizar a las masas, el morbo desinformativo en revistas de execrable calidad o programas televisivos de máxima audiencia y mínima dignidad.
Rolin acierta plenamente al confiar al espía la indiscreta narración de su aventura angelina desde el exilio en el convulso Tayikistán adonde lo ha conducido, como castigo a su incompetencia, la desastrosa misión. Esa doble perspectiva, un juego novelesco con la globalización cibernética del famoseo y la complejidad geopolítica actual, permite al agente protagonista rememorar sus días perdidos en pos de la decrépita Britney y su intenso romance con Wendy, una preciosa réplica de la cantante, sin sospechar hasta el final cómo la muerte lo acecha para borrarlo del mapa de un mundo donde se ha quedado sin lugar, como tantos aspirantes al trono perecedero de la gloria mediática.
Enhorabuena,amigo,por el Premio Herralde.En breve estoy con tu novela,sinceramente todo un acontecimiento para mí,como lector tuyo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Muchas gracias, amigo Francisco. El placer de tenerte como lector es mío.
ResponderEliminarEspero con curiosidad tu opinión sobre la novela.
Un fuerte abrazo,
JF