1. Félix Romeo me pidió hace un par de semanas una relación de obras no traducidas pero imprescindibles y se publicó la semana pasada en ABCD (31-5), con motivo de la inauguración de la Feria del Libro de Madrid. Le envié esta lista de novelas extranjeras, que ahora presento completa, precedida del siguiente comentario:
La ausencia de todas estas novelas de primer nivel empobrece considerablemente nuestra oferta editorial y, lo que es peor, nuestra comprensión de las posibilidades estéticas de la ficción narrativa.
-House of Leaves (Mark Z. Danielewski)
-The Public Burning, The Adventures of Lucky Pierre, Pinochio in Venice (Robert Coover)
-JR (William Gaddis)
-The Tunnel (William Gass)
-Giles Goat-Boy (John Barth)
-The Broom of the System (David Foster Wallace)
-Toda la obra de William Vollman, pero en especial The Royal Family y You Brighten and Risen Angels.
-The Gold Bug Variations (Richard Powers)
-Une vie divine (Philippe Sollers)
-My Cousin, My Gastroenterologist (Mark Leyner)
-Manji (Svástika) (Junichiro Tanizaki)
-Toda la obra de Vladimir Sorokin, pero en especial Lëd (Ice).
-Cities of the Red Night (William Burroughs)
-House of Leaves (Mark Z. Danielewski)
-The Public Burning, The Adventures of Lucky Pierre, Pinochio in Venice (Robert Coover)
-JR (William Gaddis)
-The Tunnel (William Gass)
-Giles Goat-Boy (John Barth)
-The Broom of the System (David Foster Wallace)
-Toda la obra de William Vollman, pero en especial The Royal Family y You Brighten and Risen Angels.
-The Gold Bug Variations (Richard Powers)
-Une vie divine (Philippe Sollers)
-My Cousin, My Gastroenterologist (Mark Leyner)
-Manji (Svástika) (Junichiro Tanizaki)
-Toda la obra de Vladimir Sorokin, pero en especial Lëd (Ice).
-Cities of the Red Night (William Burroughs)
-Kaff auch Mare Crisium (Arno Schmidt)
-Snow White (Donald Barthelme)
-Ratner´s Star (Don DeLillo)
-Empire of the Senseless y Pussy, King of Pirates (Kathy Acker)
-Le Souffleur y Le Baphomet (Pierre Klossowski)
-Snow White (Donald Barthelme)
-Ratner´s Star (Don DeLillo)
-Empire of the Senseless y Pussy, King of Pirates (Kathy Acker)
-Le Souffleur y Le Baphomet (Pierre Klossowski)
-Nuovo comento (Giorgio Manganelli)
-Les derniers jours de Corinthe (Alain Robbe-Grillet)-Noir (K. W. Jeter)
-Zeroville y Arc D´X (Steve Erickson)
2. Como dedico una parte importante de mi vida de lector a leer novelas, un género por el que siento la mayor admiración, piensen lo que piensen los filisteos y positivistas que lo consideran indigno de una inteligencia que funciona (cuando es el arte que, como insiste Kundera, más representa “la esfera privilegiada del análisis, de la lucidez, de la ironía”, quizá por esto mismo), ofrezco una lista suplementaria de novelas que he leído hace poco o estoy leyendo aún:
-El rosa Tiepolo, Roberto Calasso (Anagrama): una espléndida novela-ensayo sobre el pintor que consumó el arte veneciano de la pintura; un monumento de erudición e inteligencia que aborda además los aspectos más recónditos de este artista inimitable como son sus grabados y "caprichos" gráficos, que tanto influyeron en Goya. Calasso sabe punzar los secretos artísticos de un pintor sin apenas biografía indagando en la deslumbrante superficie de los cuadros y frescos: el código de los colores y las tonalidades y la potente figuración de personajes femeninos y masculinos, escenas de mitología grecorromana y bíblica, para ofrecer finalmente un cuadro universal tragicómico y un punto libertino de la historia humana. Una magnífica muestra del mejor humanismo en la era de su desmantelamiento social, cultural y educativo.
-Tierras de poniente, J. M. Coetzee (Mondadori): la primera novela de uno de los grandes narradores actuales, un curioso experimento con dos partes: una ambientada en la guerra de Vietnam y otra en la Sudáfrica colonial del siglo XVIII, con la curiosidad añadida de ver a Coetzee bailando de una a otra suspendido de un hilo delicado, el que lo convierte en un autor retirado y el que lo une a un antepasado genocida. Con Esperando a los bárbaros conformaría un díptico imprescindible sobre el horror y la ambigüedad de la conducta humana enfrentada al horror y el poder que lo produce.
-Puente de Alma, Julián Ríos (Galaxia Gutenberg): un exquisito mecanismo de relojería narrativa que funciona orbitando en torno de la muerte traumática de Diana de Gales; probablemente la mejor novela de su autor después de Larva. (En breve, escribiré sobre esta maravillosa y originalísima novela más en extenso.)
-Stradivarius Rex, Román Piña (Sloper): la primera novela picaresca de la sociedad del espectáculo y la opulencia, un divertido juego con los componentes tradicionales de la narración al servicio de una sátira mordaz de nuestro tiempo escrita por un narrador saltimbanqui y burlón. El primer capítulo (una parodia de un día decisivo en la vida de Bill Clinton, con Mónica Lewinsky y Al Gore como adláteres de lujo y lujuria de su desternillante voluntad de poder) ya merecería estar en cualquier antología, sea o no sobre el humor.
-Zona, Mathias Enard (La otra orilla): una aventura panorámica sobre la escritura como modo de vida para atravesar el tiempo y el espacio, la geografía y la historia, los dilemas de la identidad individual y colectiva en relación con todo ello. Una narración suntuosa e innovadora a la altura de lo mejor de Vollmann, uno de los maestros reconocidos de Enard. (Tuve el placer de descubrir y apostar por su primera novela, La perfección del tiro, hace ya cinco años; con lo que la deslumbrante lectura de esta tercera novela supone la confirmación de su estatura narrativa y hace esperar las próximas con grandes expectativas.)
-Intente usar otras palabras, Germán Sierra (Mondadori): una novela tan inteligente como sarcástica, con una lucidez cegadora a la hora de analizar los procesos de la identidad individual en el entorno de la sociedad de consumo y la fama mediática. La consumación del proyecto narrativo de su autor: junto con El espacio aparentemente perdido, La felicidad no da el dinero y Efectos secundarios, Sierra crea la tetralogía que marca para la novela española la transición del siglo XX al XXI.
-Manji (Svástika), Junichiro Tanizaki (Folio; inédita en español): una bellísima historia de amor entre dos mujeres que es, al mismo tiempo, una reflexión sobre el arte narrativo, una lección estética sobre el poder de la belleza, el erotismo y el arte y una desoladora visión de la existencia humana en sociedad por uno de los más grandes escritores del siglo XX y uno de los grandes exploradores literarios de la Psycopathia Sexualis del Japón de todas las épocas. (Yasuzo Masumura, el gran director japonés tan poco conocido, hizo una versión magistral en los años sesenta, de una fidelidad licenciosa y un erotismo de lo más refinado.)
-Bouvard y Pécuchet, Gustave Flaubert (Mondadori): quizá la novela decimonónica menos decimonónica y, por tanto, más influyente en el siglo XX. Sin esta novela sobre el único infinito del que no se ocupan los científicos (la estupidez o tontería humana) ni el Ulises de Joyce (como viera de modo pionero Ezra Pound) ni El hombre sin atributos de Musil ni Pálido fuego de Nabokov ni ninguna de las grandes enciclopedias postmodernas europeas y americanas habrían existido. Salvo que alguna mutación impredecible lo remedie, la estupidez humana proseguirá durante el siglo XXI, sin alteraciones significativas, su progresión milenaria hacia las estrellas y más allá, el transfinito del conocimiento y la técnica. Y la novela como género, digan lo que digan los agoreros, estará ahí para contarlo y esta memorable novela de Flaubert, en particular, seguirá siendo el precursor insuperable.
Y, para envolver el conjunto con la reflexión más adecuada: Un encuentro, Milan Kundera (Tusquets). El cuarto tratado o "encíclica" sobre el arte novelístico del pontífice checo. Una lectura imprescindible por su inteligencia y conocimiento de los fundamentos del género de géneros: “Sólo la novela aísla a un individuo, ilumina toda su biografía, sus ideas, sus sentimientos, lo vuelve insustituible: hace de él el centro de todo”.
PD: Los filisteos y positivistas desacreditados más arriba por su relación negativa con el género novelístico admiten una objeción más: su desprecio a la práctica de la novela nace de su confusión entre la mayoría de libros que aparecen bajo esa etiqueta, y no son otra cosa que sucedáneos o engañabobos narrativos, y los happy few o minoría feliz que anualmente dignifica y multiplica el potencial cognitivo y estético de la novela (supremo género literario que alcanza a sondear zonas de realidad donde ni el ensayo ni la poesía ni la ciencia ni el periodismo ni la filosofía saben acceder). Que nadie tome esto por lo que no es (una declaración de signo nacionalista o patriotero), pero me doy cuenta con sorpresa de que en el último año he leído muchas novelas de escritores españoles (algo no habitual en mis preferencias). Esto no se debe a otra cosa sino al magnífico momento de creatividad y expansión en la diversidad (todo lo contrario que el cine) que atraviesa la narrativa española. Me lo confirman algunos amigos extranjeros con entusiasmo. Espero que no sea otro espejismo de la voluntad...
3. Jesús Andrés, inspirado por un post mío sobre Batman, concibe esta espléndida imagen: una amalgama de trazos y colores, texturas, borrones, signos, garabatos y caligrafías que crean una dimensión estética inspirada quizá en los gestos pictóricos de Cy Twombly, Basquiat y Schnabel, pintores predilectos. La idea partió de un monólogo (el "Monólogo del Mutante") y acabó plasmando, acaso sin proponérselo, una de las máscaras más afines a ese monólogo incesante: la del Mono Gramático (Hanuman), recuperada por Octavio Paz de manera tan admirable. Con su escritura móvil, inestable, en curso, Andrés produce una novela gráfica que es el retrato instantáneo de un mono que monologa (un “ex-simio”, como el de Kafka) para una audiencia de necios y orates también "ex-simios". La división en dos de la superficie marca el “sectarismo” fingido (felix culpa!) del panfleto simiesco y de la recepción simulada de sus adversarios. O conmigo o contra mí, proclaman con coquetería unos y otros. Un símbolo grafitero me inquieta más que todo lo demás: esos genitales masculinos de difuso dibujo fulminados por el rayo colérico del verbo (una imagen potente de la castración quirúrgica implícita en todo proceso (vociferante) de escritura) mientras un pubis nada angelical sella con su verija triangular el intersticio o la frontera permeable entre los supuestos bandos en litigio. Un carnaval de simulacros: otra novela en marcha. La commedia è infinita!…
Bueno, querido Ferré: algunas (no todas) de las novelas que mencionas les dan la razón a los odiadores de la novela. Arcadi Espada hace muy bien en odiar la novela. Ejemplos no le faltan para fundamentar su odio.
ResponderEliminar...he dicho odio, pero en realidad es desdén. Un desdén más que justificado.
ResponderEliminarMontano, si sólo tuviera la constancia de que tú o tu gurú (tu-ru-rú) habéis leído alguna de las novelas que enumero me daría por contento. Me temo que no es así, por lo que os faltan fundamentos tanto como argumentos de peso. Odiar la novela por su variante planetaria o similar equivale a odiar el caviar, el bogavante o las ostras por culpa del surimi. Una insensatez falta de todo juicio. A cada cual la libre gestión de su (mal) gusto, y con su pan se lo coman (el surimi, claro)...
ResponderEliminarHombre, no las hemos leído porque no nos gustan: pero hemos picoteado en ellas, o en otras similares. La metáfora gastronómica viene al caso, pues: picoteando un poquito, uno ya se hace una idea. Más que de sobra.
ResponderEliminarMenos rollo, Montano. A otro con esos picoteos párvulos!...
ResponderEliminarMontano, qué pena da ver cómo tratas de convencer a tus colegas del Nick de que me he permitido la licencia de infamar a Arcadi Espada en mi post llamándole filisteo (que es insulto noble, por otra parte). Y todo para encubrir que eres tú el objeto de mis ataques. Hombre, por favor, tú también jugando a los escudos humanos, no te imaginaba esas afinidades...
ResponderEliminarNo, hombre: tu alusión a Espada estaba clarísima por lo de "positivista". Yo soy un filisteo, por supuesto: pero no positivista, sino nietzscheano. Arcadi Espada es nuestro único intelectual positivista actual: así que, si dices "positivista", sólo te puedes estar refiriendo a él.
ResponderEliminarEso lo dices tú, porque te da la gana y sólo ves a tu dios en toda manifestación o expresión. Si tuviera ganas de cebar esta polémica, te anotaría ahora mismo un elenco de positivistas en activo con similares méritos. Así que no, no pensaba en tu respetable ídolo al pergeñar mi reflexión, no te engañes. Pecaba por generalización, no por precisión, mira tú por donde, cual misil iraquí...
ResponderEliminarEn tal caso, amigo Ferré, ha resultado higiénico que yo mencionara el nombre de Arcadi Espada, porque así has podido desmentirlo. ¡Deberías estarle agradecido a este humilde filisteo!
ResponderEliminarJ. A. MOntano, oye, las otras no sé, pero Stradivarius Rex es una novela muy buena, de esas que le devuelven a uno la fe los autores españoles, desgraciadamente en muchos casos escondidos. Y teniendo en cuenta el acierto de Ferré con la elección de Román Piña, tiendo a confiar en él en todos los demás.
ResponderEliminarLucius Dominic
Gracias por compartir tan estupenda lista y comentarios tan jugosos. Me copio el post.
ResponderEliminarDe Danielewsky, Leyner, Acker y Barth, me traje algunos libros aprovechando un viaje a NY.
House of Leaves y Only Revolutions son visualmente espectaculares.
Intente usar otras palabras, de Germán Sierra, lo he comprado pero aún no he tenido tiempo ni de abrirlo.
Creo que ahora mismo, la novela explica el mundo antes y mejor que el ensayo.
En cuanto al “Monólogo del Mutante”, me encanta que la imagen esté colgada en tan buena compañía. Tu análisis de la obra es estupendo. Arriesga, acierta y expande. Te felicito. Y de nuevo te doy las gracias.
Estupenda selección, especialmente los libros anglosajones. Me dijo Enard que “The tunnel” se estaba traduciendo así que a lo mejor uno de tus deseos se cumplirá. Si tuviera que discrepar en algo, estaría con “Ratner’s star” que me parece un DeLillo menor. Es diferente del resto de su obra pero no le veo más merito. Tampoco me parece la narración de “Zona” muy innovadora (¿puedes aclarar mas en que te refieres exactamente, a ver si te entiendo mejor?) pero claro que es una novela muy buena.
ResponderEliminarEspero leer las novelas de Ríos y Sierra en las semanas que vienen.
(Hoy, intento comentar en castellano, perdona los errores…)
Gracias a todos por vuestros comentarios. Os respondo uno a uno:
ResponderEliminarMontano: Espada es para mí una inteligencia muy respetable, por lo que le puedo perdonar que no haya leído éstas o parecidas novelas, o le tenga inquina inquisitorial al género. La inteligencia es lo primero. Tanto peor si no encuentra nutrición en la novela. Ésta también debería hacer su autocrítica, no creas, y sacudirse con más arrojo las servidumbres del mercado, que castran su potencial expresivo e intelectual, sobre todo, y justifican con ello el alejamiento de algunas (no todas, por fortuna) mentes despiertas...
Lucius: me alegra que te guste Stradivarius Rex, ya sólo el título es un hallazgo, en efecto, es siempre necesario apoyar la visibilidad de obras que no están en todos los escaparates. Este es un caso estupendo, pero hay más...
Jesús: Gracias a ti por tu contribución creativa y tu estímulo intelectual. El problema es ése, como dices: que hay que viajar a Estados Unidos para poder conocer y adquirir obras de esta envergadura. O pagar las tarifas desproporcionadas de Amazon. Lo bueno es que en Estados Unidos la tarifa de transporte y demás desaparece, con lo que suelo acabar comprando toneladas de libros...
Fausto: A mi Ratner como la novela de Powers que recomiendo me parecen casos excelentes de integración o fusión del lenguaje y la temática científica (física y matemática en el caso de DeLillo; biología molecular en el de Powers) con el código narrativo literario. Ya sólo por eso adquieren un rango singular: son obras fundacionales que ganarán prestigio con los años precisamente por esto. Hoy por hoy, Ratner no es mi novela preferida (¿Ruido? ¿Submundo? ¿Los nombres? ¿Mao?) de DeLillo, pero es un texto extraordinario también por la ambición intelectual que lo mueve y esto es decisivo, más allá de las limitaciones de nuestro gusto individual, demasiado determinado por factores que escapan a nuestro control como para considerarlo inamovible. Estoy aún leyendo Zona, pero me parece innovador su uso de la voz narrativa, la integración de las distintas instancias del discurso, el juego de tiempos y espacios, de historia y perspectiva individual. Una novela de viaje que recorre el espacio geográfico y el tiempo histórico sin desenfocar en exceso el enfoque (auto)biográfico, sabiendo conjugar información y experiencia gracias a un lenguaje preciso y precioso. Hacía tiempo que una novela francesa no me daba esto, incluso en traducción. Cuando la concluya seré sin duda más preciso en mis juicios. No sabía lo de The Tunnel y me parece una excelente noticia, aunque depende. Cuando sepa quién es el traductor volveremos a hablar del tema...
"El Baphomet" de Klossowski existe en una edición argentina reciente, del año 2008, en la editorial Las Cuarenta. En efecto, es una verdadera lástima que no se encuentre mayor difusión en nuestra lengua de libros tan fundamentales.En general, la obra de Robbe-Grillet, por ser superficialmente etiquetada como un producto diseñado para que los académicos escriban sus tesis, se encuentra en nuestra lengua en un abandono deplorable. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Marco, por la noticia y por la visita. La publicación del Baphomet es siempre un acontecimiento del que me gusta estar al tanto. En los años setenta, cuando a mí no podía objetivamente interesarme Klossowski, se publicó una primera traducción en la editorial Pre-Textos, una de las grandes difusoras del postestructuralismo francés en España. Yo la leí una década después en francés en la magnífica edición numerada de Le Mercure de France. Es una novela imprescindible que muy pocos conocen, por desgracia. La otra novela de Klossowski que recomiendo (Le Souffleur, El apuntador) sigue inédita a pesar de pertenecer a la trilogía de Las leyes de la hospitalidad. Con la habitual negligencia hispánica en cuestiones de bibliografía, los dos primeros volúmenes del ciclo (Roberte esta noche y La revocación del edicto de Nantes) fueron editados independientemente a uno y otro lado del Atlántico por distintas editoriales y una sola y misma traducción, la de Juan García Ponce. Mientras este tercer volumen, más extenso y explicativo que los anteriores, quedaba una y otra vez en el limbo. Un lector español que no lea francés no puede tener una idea completa de Klossowski si no lee la trilogía en su integridad (tres novelas más un epílogo filosófico que oscurece y aclara al mismo tiempo, por su rebuscado paralogismo, el designio del conjunto).
ResponderEliminarA Robbe-Grillet le sucede otro tanto con su trilogía autobiográfica, Romanesques: el libro que yo cito (Los últimos días de Corinthe) es el tercer volumen de la serie; el primero, El espejo que vuelve, fue publicado por Anagrama en 1986, poco después de su edición francesa, de gran éxito. El segundo, Angélica o el encantamiento, sólo fue publicado por Gedisa a fines de los ochenta, si no me equivoco, ya que manejo la edición francesa original del 87. Y este tercero, que completa la la serie de estas singulares novelas amasadas de ficción y autobiografía, por razones inexplicables, ya que es de gozosa lectura, nunca ha interesado a ningún editor español. Así nos va...
Me gusta mucho que dediques una entrada a Tanizaki. En España se le suele citar sólo por el panfleto tradicionalista y antioccidental que es Elogio de la sombra, pero yo lo prefiero por sus relatos y novelas, llenos de erotismo, crueldad y refinamiento. Junto con Ryunosuke Akutagawa me parecería el paradigma japonés por excelencia (con Mishima y Kawabata como grandes epígonos de esa concepción de la cultura y la literatura). Los que festejan los gozos y las sombras de Murakami no suelen saber nada de estos dos grandes narradores de la primera mitad del siglo XX, aunque tampoco mucho de la segunda, con escritores como Kenzaburo Oé como gran punta de modernidad, o del otro Murakami, mucho más perverso y postmoderno que su homónimo...
También acabo de descubrir con sorpresa que la magnífica novela de Sollers sobre Nietzsche ha sido traducida y publicada no hace mucho por una editorial argentina...
Estoy releyendo, Puente de Alma y seguro que no lo archivaré en la estantería, estará a mi vera para abrirlo de vez en cuando. Totalmente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarEs la antimonotonía hecha novela.
Un abrazo.
Gracias Pepe por tu comentario. En una semana colgaré un post sobre este estupenda novela de Ríos. Mantén la conexión...
ResponderEliminarUn abrazo.